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OPINION
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Desnutrición cero y la ENDES 2010

Las tendencias en la desnutrición crónica observadas en la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar - ENDES 2010 revelan limitaciones para alcanzar en el 2011 la meta gubernamental del  16 % (según el patrón de medición NCHS) y alejan la posibilidad de erradicarla. Los 0,4 puntos de descenso anual son insuficientes; proyectando la tendencia de reducción en la última década (0,75 puntos anuales) tardaremos más de 20 años en llegar a la desnutrición cero. 

En el ámbito de Juntos, diseñado para integrar acciones, la reducción de un punto anual alcanzada desde el 2007 solo supera en 0,25 al promedio nacional. Preocupa la persistente desnutrición intrauterina; la incidencia de recién nacidos de bajo peso alcanzó a nivel nacional un 8%, nivel casi igual al de la década anterior; en el ámbito de Juntos esta incidencia aumentó al 11,9 %. Similar situación se observa en la anemia infantil, a nivel nacional apenas se redujo en una décima (50,3%); en el ámbito de Juntos se elevó en 2,5 puntos (63,6%).

Relacionando estos resultados a las demás variables descritas encontramos, respecto al acceso y disponibilidad de alimentos, que la lactancia materna exclusiva en menores de seis meses sigue deficitaria, pues se ha mantenido durante toda la década alrededor del 68%; en el ámbito de Juntos alcanza 87,5%. A pesar de la alta inversión actual en asistencia alimentaria, no hay información sobre la alimentación complementaria adecuada del niño, tampoco de coberturas de papilla nutricional, asistencia alimentaria para la familia o actividades específicas de educación nutricional de las madres. A nivel nacional, los altos índices de recién nacidos de bajo peso contrastan con una cobertura del 81% de las gestantes con seis o más controles y  un aumento de 6 puntos en la cobertura de  suplementación de hierro.  En el ámbito de Juntos esta cobertura desciende al 77,2%, mientras que un 84,9% de  las gestantes reciben hierro. No hay datos sobre suplementación de hierro en la niñez.

En cuanto al control de enfermedades que inciden en la nutrición infantil, se ha incrementado en un punto la incidencia de enfermedades respiratorias agudas a 18,3 %; en el ámbito de Juntos ésta alcanza al 17,7%. Las enfermedades diarreicas se han elevado también en casi un punto, manteniéndose los promedios de la década anterior (18,9%); en el ámbito de Juntos esta prevalencia es descendente (15,6%). Contrasta esta situación con los avances en intervenciones preventivas del medio ambiente, así el acceso al agua entubada (91,5%) se elevó en 0,4 puntos y en 3,1 puntos el saneamiento de hogares rurales (67,8%); en el ámbito de Juntos el acceso al agua es del 88,7% y en el saneamiento es de 70,5%. La proporción de menores de un año con vacunas completas, que incluyen la del Rotavirus para las diarreas, ha descendido desde el 2007 a 67,3 %, al igual que entre niños de 18 a 29 meses (58,6%); en el ámbito de Juntos aumentó en solo 2,2 puntos (65,6%). Estas coberturas de inmunización implican riesgo de brotes entre los niños susceptibles, no solo de diarreas sino también de tos ferina y sarampión, enfermedades de impacto muy negativo sobre la nutrición infantil. A nivel nacional el sub-registro de niños de 6 a 59 meses se mantiene alto (7,2%) y es mayor que hace una década; en el ámbito de Juntos el sub-registro es de 6,2%.

Estos resultados denotan que aún no se logra una estrategia integrada de intervención capaz de reducir significativamente la desnutrición; se requiere triplicar la capacidad de reducción y ello significa revisar el actual marco de intervención. 

En lo técnico deben concatenarse las intervenciones con la disponibilidad y acceso de alimentos del niño y grupo familiar, la educación nutricional debe ser más pertinente a los contextos culturales del país, la amplia cobertura de gestantes debe relacionarse a la prevención de la desnutrición intrauterina, el actual esfuerzo por dar DNI a toda la infancia puede generar una base de datos nacional capaz de integrar y ofrecer información individualizada sobre la situación y atenciones a cada niño en riesgo. A nivel operativo todas las intervenciones requieren el apoyo de una red comunitaria capaz de llegar a cada hogar y lugar donde esté la niñez. En todo nivel deben articularse los esfuerzos del sector gubernamental con la sociedad civil y el sector privado. 
   
Cambios de este tipo requieren de autoridad y liderazgo, de una entidad nacional para la  infancia capaz de orientar, monitorear, auditar y decidir acciones. Debería contar con una Superintendencia Técnica del más alto nivel,  liderar un Sistema de Consejos representativo de todos los actores nacionales, regionales y locales involucrados en la atención de la infancia y estar también vinculada a la asignación del presupuesto público.    

Entretanto maduren estos cambios, este debate debe abrirse a todos, es hora no solo de posicionar la agenda de la niñez, sino de lograr incidencia en las políticas relacionada a la infancia.   

Oscar Liendo, médico especialista en nutrición, consultor en temas de infancia, ex funcionario del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). 

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