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OPINION
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La vida detrás del promedio estadístico

Por: José Lombardi

Un viejo profesor de estadística, de formación humanista antes que matemática, nos decía a sus alumnos: “hay que leer la vida detrás de los números”, cuando teníamos que interpretar algún cuadro estadístico. La tarea no resultaba dificultosa cuando se trataba de cifras absolutas, pues, finalmente, era una información casi censal y cercana a la realidad. Se hacía más complicado dar cuenta “de la vida” cuando las cifras eran relativas y, era mucho más difícil “leerla”, cuando se trataba de promedios; ahí sí que la “vida”, la vida real, se ocultaba muy convenientemente.

Viene al caso ésta anécdota cada vez que escuchamos algunos promedios oficiales. En estos días, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) ha anunciado que en el año 2009 la población en situación de pobreza es de 34,8% y la de pobreza extrema es 11.5%, lo que representa una reducción de 1,4 y 1,1 puntos porcentuales, respectivamente, respecto al año 2008. Lo cual sin duda es positivo y debe alegrarnos a todos.

Pero la reducción de la pobreza no se produce de igual manera en todo el país. Es solo un promedio porcentual que encubre las desigualdades sociales que, año a año, se profundizan en el país; como el propio INEI lo reconoce en las otras partes, menos difundidas, de su informe.

Celebrar solo los puntos porcentuales de reducción de la pobreza es no “leer” que en el sector rural la pobreza se incrementó, principalmente en la selva rural; que la población que aún vive en situación de pobreza y pobreza extrema en el ámbito rural es del 60,3% y 27,8%, respectivamente; que en las regiones de Huancavelica, Apurímac, Huánuco, Ayacucho y Puno, la población en situación de pobreza es más del 60%; y que en 17 de las 23 regiones del país la población en situación de pobreza está por encima del promedio nacional. La pobreza sigue siendo rural, andina y de selva.

Este encubrimiento de la realidad por los promedios estadísticos, también afecta a la Región Arequipa. Esta, como región con alta concentración urbana, muestra índices altos de necesidades básicas satisfechas e ingresos, pero resulta injusta para las provincias alto andinas de La Unión, Condesuyos y Caylloma, donde los promedios de pobreza están por encima de los promedios nacionales.

La eficiencia de los programas sociales, pero sobretodo, de las políticas e inversión social del gobierno nacional y regional, debe evaluarse en función de cómo se va superando la pobreza en estos “bolsones” rurales, bajo el riesgo de convertirlos en una pobreza endémica.

Pero una línea privilegiada para evaluar la eficiencia de lo que estos gobiernos hacen por generar igualdad de oportunidades y mejores condiciones de vida a las generaciones futuras, es, sin duda, la inversión y las acciones a favor de los niños menores de cinco años. 

Tal vez construyendo la información estadística de lo que se hace por la infancia, podamos “leer la vida” de estos niños, pero sobretodo de la región y la sociedad en la que viven.


José Lombardi, antropólogo social especializado en programas sociales de apoyo a la micro y pequeñas empresas, y desarrollo económico local, director general de la Asociación de Promoción y Desarrollo “El Taller” de Arequipa.

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