Edición 13
Noviembre de 2009
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ENTREVISTA
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Historias de cambio en la primera infancia

“No existe un modelo sino que hay formas distintas de generar cambios”

Las buenas experiencias merecen ser contadas. De ahí nace el libro “Historias de Cambio". Ruth Céspedes, coordinadora del proyecto, habla en la siguiente entrevista sobre el proceso que ha dado origen a esta nueva publicación.

¿Cómo empezó el proyecto que ha dado origen al libro “Historias de Cambio”?
Más que una iniciativa, este libro es una actividad dentro del proyecto central de la Comunidad Peruana de Aprendizajes sobre Primera Infancia. La idea partió de la necesidad de generar conocimiento a través de un interaprendizaje. Se convocaron a las diez contrapartes de este proyecto, que conforman el colectivo COPERA Infancia. Respondieron seis instituciones. Ha sido un reto que se hayan atrevido a contar las historias de sus experiencias de trabajo en el campo; pues identificar una buena práctica, exponer la metodología y el contenido es, también, exponerse ellos mismos. Este libro y la manera en que se ha confeccionado han facilitado la aparición de factores que aporten a la compresión de la primera infancia. De esta manera podremos compartir las mejores experiencias y prácticas de una forma diferente al típico trabajo de sistematización.

¿En qué sentido esta propuesta se aleja de ese proceso de sistematización?
Las diferencias son notorias por el estilo. “Historias de Cambio” es el producto de una técnica que hemos adaptado, llamada write shop (similar al de un taller de escritores). La sistematización te lleva a identificar cuál es tu objeto de aporte y la reflexión a comunicar, organizarla, identificar los ejes y terminar con lecciones y recomendaciones para mejorar tal o cual implementación en el programa. En cambio, el write shop, a través de la historia de un personaje, facilita la manera en que se comunica la mejor práctica: no solo cómo se ha desarrollado el trabajo, sino también expresar los efectos y transformaciones en el otro y en el beneficiario o la persona con la que se ha trabajado. De ahí viene el título del libro: hablamos de cambios que se pueden percibir.

El libro tiene una columna vertebral definida que se relaciona con los tres primeros espacios de socialización del niño: familia, escuela y comunidad. ¿Esa coincidencia fue intencionada o apareció durante su elaboración?
Apareció durante el trabajo. La única consigna que les dimos a los participantes fue “ir pensando en la mejor práctica que hayan logrado dentro de su proyecto y que pueda ser contada a través de una historia”. Entonces, ellos empezaron a buscar y bucear dentro todos sus archivos y registros para ubicar el mejor cambio o el logro más visible en las personas, en los niños, en los docentes, en las mamás, en los papás; donde fuera. Cuando presentaron sus experiencias, fueron contadas, justamente, desde la perspectiva familiar, desde la mirada del docente de escuela y las promotoras educativas y desde la misma comunidad o barrio, donde los niños son los protagonistas. En las historias ya estaban esos tres aspectos.

Uno también puede leer el libro como si fueran cuentos. Solo que esta vez son reales.
(Risas) En ese aspecto tengo que agradecer mucho a la editora, Teresa Moreno, que me ayudó a ubicar la historia dentro de un marco de intervención, de un tiempo y del proyecto en que se desarrolla. Todo ello para no caer en la tentación de que se piense que puede haber sido fantaseado. O sobredimensionado por la palabra, ya que no hay cifras. Esas distinciones ubican también al lector para que, si están interesados, se comuniquen con los protagonistas reales. Existen.

¿A qué tipo de lector esperan llegar con este libro?
El libro fue pensado para que no se quede guardado en una biblioteca como un documento más. Buscamos un público mayor: desde el alcalde de un distrito, un adolescente, hasta un niño. Por eso el lenguaje tenía que ser fácil y ágil. También sacamos dos versiones: la versión resumida y la otra, que son tres libros pequeños para mantener esa división temática de la que hablábamos.

¿Qué viene ahora?
Una segunda etapa es la gestión del conocimiento: cómo podemos usar las evidencias que están saliendo de buenas intervenciones, con grandes resultados, para hacer trabajos de incidencia. Podemos ver cambios y sí es posible seguir haciéndolo bajo las mismas, o mejores, condiciones. Vamos a mantener contacto con los colectivos y estoy segura que cada uno va a tener un aporte particular en aprendizaje y conocimiento. No existe un modelo único, sino que hay formas distintas de generar cambios en la sociedad peruana y en especial en la primera infancia.

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