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OPINION
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Las niñas y niños no pueden seguir siendo víctimas de la crisis alimentaria

Imagen: difusón. 

Los resultados de la encuesta realizada por Inversión en la Infancia-Ipsos, han revelado la gravedad de los problemas alimentarios que actualmente aquejan al Perú. Los datos presentados son preocupantes y merecen un análisis detallado para comprender la magnitud del problema y la urgencia de abordarlo.


En primer lugar, cerca del 50 % de la población informa que en la última semana no ha tenido tres comidas al día de manera consistente. Esto significa que muchas personas, en un país con una rica tradición culinaria, han tenido que omitir una comida o más en los últimos siete días. Esta estadística pone de manifiesto la inseguridad alimentaria que enfrentan millones de peruanos.


El segundo dato alarmante es que alrededor del 12 % de la población de Lima Metropolitana ha recurrido a ollas comunes, comedores parroquiales y otras iniciativas comunitarias para asegurarse de obtener alimentos. Aunque el porcentaje podría no parecer abrumador a simple vista, equivale a más de un millón de personas en la capital del país que dependen de la solidaridad de sus conciudadanos para alimentarse.


El tercer dato relevante revela que aproximadamente el 10 % de los peruanos de bajos recursos, en su último día de alimentación, no ha consumido ninguna proteína animal. Esto tiene un impacto directo en la nutrición de estas familias y destaca un problema severo que debe abordarse con urgencia.


Por último, 1 de cada 4 peruanos ha pasado al menos un día sin comida en los últimos tres meses. Esto refleja la amplitud de la crisis alimentaria que enfrenta el país y la necesidad de tomar medidas concretas para solucionarla. La situación es grave y por ello requiere una respuesta inmediata.


Es esencial apoyar soluciones comunitarias que están ayudando a millones de peruanos a complementar su alimentación. Esto implica mejorar el acceso a alimentos para las familias más vulnerables a través de programas de bonos y donaciones, así como fortalecer las ollas comunes y los comedores parroquiales. Sin embargo, no podemos detenernos ahí.


Repensar en una estrategia integral de promoción de la seguridad alimentaria que abarque la producción de alimentos, el apoyo a pequeños agricultores y microempresas dedicadas a la producción de alimentos, así como el trabajo en los mercados es vital para enfrentar la crisis.


Hay que señalar también que es imperativo que el gobierno presente un plan de acción sólido y que todos los sectores de la sociedad se unan en un esfuerzo conjunto para abordar esta crisis. Los niños y niñas del Perú no pueden seguir siendo las principales víctimas de esta crisis alimentaria, y no podemos dejar la responsabilidad únicamente en manos de sus familias.




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