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OPINION
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Por: Manuel Bello

Vota por la escuela pública de tu comunidad



Todos conocemos o hemos participado directamente en experiencias comunitarias de trabajo y lucha para crear escuelas para los hijos y las hijas de nuestros pueblos. Entre los años 1950 y 2000 esto ocurrió miles de veces en el Perú, tanto en los llamados “Pueblos Jóvenes” o “Asentamientos Humanos” de las ciudades, como en distritos y anexos rurales.


Las familias que invadían un terreno urbano o las que habitaban en el campo destinaban un lugar para su escuela, se organizaban para construir un aula o dos con esteras, o con adobes y calaminas, y se movilizaban hasta la puerta de la UGEL más cercana con sus carteles y sus gritos hasta conseguir que se reconociera su escuela y se les asignara un maestro o maestra.


La vida de estas escuelas en las comunidades, incluidos los PRONOEI y centros de educación inicial, estuvo amarrada al crecimiento y desarrollo de las poblaciones locales. Si había más niños y niñas, las familias construían más aulas y luchaban por tener más maestros; si la economía de las familias y las comunidades mejoraba, ellos mismos invertían y trabajaban en jornadas para construir muros de ladrillo, cercos perimétricos, canchitas deportivas, y en algunos casos se hacían rifas o ferias para comprar equipos y otras instalaciones. Así, gracias al enorme esfuerzo de las comunidades urbanas y rurales, con poco apoyo del Estado, el Perú logró que casi todos los niños y niñas completen la educación primaria, y que tengamos porcentajes más altos de adolescentes matriculados en secundaria que otros países de América Latina.


Así, muchas de las escuelas públicas en el Perú fueron creadas por las comunidades y luego reconocidas por el Estado. Ese fue un logro extraordinario de los peruanos y peruanas del campo y de las ciudades. Pero ¿qué pasó con estas escuelas después? En los lugares donde hubo progreso económico las escuelas mejoraron, pero allí donde las familias siguieron atrapadas en la pobreza las escuelas no salieron de la precariedad en sus locales, y en la calidad de su servicio educativo. El reducido apoyo del Estado, que se limitó muchas veces a asignar docentes y pagarles un salario insuficiente, provocó que el desarrollo de estas escuelas dependiera de la capacidad económica y la contribución de las familias y las comunidades; como unas comunidades eran más pobres que otras, ahora tenemos una red de escuelas públicas con enormes desigualdades en infraestructura y en calidad del servicio educativo.


Ya en 2018, 36% de los locales escolares públicos, uno de cada tres, requería de reparación parcial o total, como consecuencia de la continua falta de inversión del Estado en mantenimiento y renovación. Esa falta de apoyo económico del Estado profundizó las desigualdades y llevó a muchas familias a matricular a sus hijos e hijas en escuelas públicas alejadas de sus hogares, al saber que estaban en mejores condiciones físicas y ofrecían un mejor servicio que las de sus localidades. Otras familias, con más recursos económicos, eligieron escuelas privadas con la expectativa de legar una mejor educación a sus hijos. Así, la desigualdad generada por la insuficiente inversión del Estado agravó la segregación escolar, por la cual los alumnos van a escuelas en las que solo se encuentran con otros estudiantes de familias similares a las suyas, en cuanto a nivel económico y educativo de los padres y madres. Esta segregación social bloquea la posibilidad de educar respetando las diversidades y de aprender a convivir con los diferentes, impide igualar las oportunidades y no permite promover la cohesión social y la democracia a través de la educación.


En este contexto: ¿Qué significa VOTAR POR LA EDUCACIÓN PÚBLICA? Significa votar por la recuperación y el desarrollo de las escuelas de las comunidades, las escuelas de barrio, las escuelas de los vecinos, de las familias, de los ciudadanos de cada localidad. Es votar por una escuela cercana al hogar y relacionada estrechamente con la realidad y las necesidades de cada comunidad, que evite los costos y los riesgos de que los niños y niñas y adolescentes se trasladen a locales alejados, que cuente con un local acogedor y equipamiento adecuado, incluyendo internet de banda ancha; con docentes y equipo profesional estable y dedicado a ofrecer un buen servicio de enseñanza y aprendizaje; que coordine con las instituciones locales y otros sectores del Estado para garantizar alimentación, salud, deporte, recreación y acceso a otros servicios.


VOTAR POR LA EDUCACIÓN PÚBLICA es votar por autoridades regionales y locales que se comprometan a reordenar y mejorar la educación básica en los territorios, para que las escuelas estén al servicio de los estudiantes y las familias en sus localidades. Se trata de votar por líderes que luchen por revalorizar y actualizar el enorme esfuerzo que hicieron las comunidades en décadas pasadas para construir sus escuelas, asegurando ahora sí la inversión del Estado para que cada escuela esté en buen estado, bien equipada, y ofrezca un servicio educativo gratuito de muy buena calidad. Queremos que el Estado financie el costo total de la educación de nuestros estudiantes, para que las familias se liberen del gasto en educación y puedan dedicar su dinero a atender otras necesidades, a mejorar sus condiciones de vida y su bienestar.


VOTAR POR LA EDUCACIÓN PÚBLICA es votar por más y mejor inversión en las escuelas. Nuestras autoridades locales y regionales y sus equipos de gestión tienen que exigir al gobierno nacional más presupuesto para la educación, y asegurar a sus vecinos que ese presupuesto se va a usar bien, para mejorar la calidad y la equidad, y sin corrupción. Cada sol robado en la administración pública es un golpe a los estudiantes y a sus familias; cada vez que alguien desvía dinero del presupuesto le está robando educación y oportunidades de aprendizaje a nuestros niños, niñas y adolescentes. Votar por la educación pública también significa TOLERANCIA CERO CON LA CORRUPCIÓN. Elige bien: vota por la educación, no por la corrupción.


El presupuesto para la educación pública tiene que aumentar. El Estado actualmente gasta alrededor de 2 mil soles anuales por cada estudiante de Inicial o Primaria; en comparación, algunas familias privilegiadas pagan 20 mil soles anuales o más por pensiones en colegios privados de Lima; es decir, ellas gastan diez veces más que el presupuesto por alumno del Estado peruano.


En colegios privados de clase media que cobran pensiones de 600 soles mensuales, en total recibe reciben 6 mil soles anuales por estudiante; es decir, tres veces más que los 2 mil soles que invierte el Estado en cada alumno. Es obvio que este presupuesto del Estado no puede alcanzar para ofrecer una educación gratuita de buena calidad en las escuelas públicas, como mandan la Constitución y las leyes del Perú. Casi todos los países de América Latina invierten en sus estudiantes más que el Perú. En vez de llevar a los hijos e hijas a escuelas privadas que pueden ser estafas, tenemos que aprovechar nuestro voto para exigir que eso cambie, demandar que las autoridades inviertan en los alumnos lo suficiente para ofrecerles una buena educación pública, tomando en cuenta las condiciones particulares de cada territorio.


Finalmente, también tenemos que exigir a nuestras autoridades locales que usen mejor el presupuesto que reciben para apoyar a las escuelas públicas. En el año 2020, por ejemplo, las municipalidades provinciales y distritales de todo el Perú gastaron menos de la mitad de su presupuesto anual asignado para Educación, y dejaron de usar más de 900 millones de soles que ese año pudieron invertir en las escuelas de sus territorios. Por eso, VOTAR POR LA EDUCACIÓN PÚBLICA también significa elegir candidatos a alcaldes que den prioridad a la educación y que tengan planes claros de inversión, capacidad de gestión y honestidad para mejorar la calidad y la equidad de la educación de la mayoría de los niños, niñas y adolescentes de sus pueblos, con decisión y firmeza para combatir la corrupción.


La pandemia y la larga cuarentena han convertido todas estas demandas en un asunto de emergencia que debe ser atendido con sentido de urgencia.

Todos juntos por una educación pública gratuita de buena calidad para todos y todas.




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