Los niños como intérpretes de su propio mundo

Cuando juegan, los niños están interpretando su propio mundo. Ricardo Villareal los acompaña durante esas dinámicas lúdicas, a veces juega con ellos, pero, sobre todo, los observa. Esa es su principal tarea como director de Espacio para la Niñez (EPANI), una institución que este especialista argentino en psicomotricidad infantil construyó para ayudar al óptimo crecimiento de los niños. Les brinda un apoyo que se basa en el reconocimiento de sus capacidades, intereses y necesidades; y que a través de su cultura, la libertad del movimiento y la seguridad afectiva, mezclada en dosis generosas con el placer de actuar y de hacer, permiten al niño adaptarse activamente a su entorno familiar, social y emotivo. Desde que el ser humano nace hasta los 8 años, la historia de su vida adopta un lenguaje más corporal, más gestual y más lúdico que verbal.

Cuando llegó a Lima hace ocho años y decidió fundar EPANI en una calle del distrito de San Isidro, tuvo una intuición (que luego confirmaría en la práctica): uno de los mayores problemas de los niños limeños es la extrema sobreprotección de sus padres. Ello, en realidad, encierra una ligera subestimación y desconfianza: “ellos no pueden resolver sus problemas solos”. Al final, interfiere en el normal desarrollo del niño que tiene que aprender a desenvolverse y sortear problemas en su propio espacio y a lo largo de su vida futura.

En Espacio para la Niñez han acondicionado distintas salas de juego de acuerdo a las edades de los niños, que buscan estimularlos y brindarles una sensación de comodidad y libertad. A sus anchas, el niño empieza a jugar en su reino (donde los padres no ingresan) y Ricardo Villareal observa su comportamiento, buscando descifrar la raíz de sus probables problemas o traumas. Luego, en entrevista con los padres, les da consejos sobre cómo criar a sus hijos en casa y apoyarlos en su crecimiento y educación.

En EPANI los niños son los protagonistas. Casi como los de una película, pues en palabras de Ricardo Villareal, un psicomotricista sería el escenógrafo y los niños los actores. Es un rol libre, donde recrean su realidad gracias al juego. “Proponemos un espacio y un tiempo de espontaneidad, de iniciativa y libertad. Un lugar para la expresividad motriz, las emociones y la acción. Esa es la filosofía de EPANI”, precisa Villareal.

Las experiencias para los niños pueden ser sumamente liberadoras si es que se contraponen el humor, las reglas del juego, las fantasías y hasta la religión, frente a la sensación de miedo de los niños al situarse en un mundo (el mundo “real” de los adultos) que no llegan a comprender del todo.

La relación con los padres es un desencadenante fundamental en su crecimiento y no solo debe reducirse a un mero interrogatorio de si cumplieron con sus obligaciones y tareas cotidianas, se deben compartir momentos más cualitativos donde las emociones, inquietudes y sentimientos intervengan, afirma el director de EPANI . La competitividad que se vive en el mundo de hoy también influye en la presión que reciben los niños por parte de sus padres para estudiar más, dejando poco espacio para el juego, que es donde los niños serían más libres.

El programa que brinda EPANI, a niños y niñas desde que nacen hasta los 11 años, se enfoca en subrayar ciertas condiciones en el acompañamiento a los pequeños: la comunicación; el desarrollo motor autónomo; lo emocional, afectivo y social; el itinerario de maduración; la creación; la identidad y la subjetividad. Asumiendo como prioridad para los niños el placer de hacer, de actuar, de expresar y de construir.

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