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ENTREVISTA
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James Heckman, premio Nobel de Economía

“Es una pena que los paquetes de estímulo se refieran a la construcción de puentes y carreteras y no al desarrollo de la capacidad y el capital humano”

Comencemos hablando sobre el desastroso panorama económico actual, que está creando un nuevo entusiasmo para los programas de estímulo dirigidos por el Gobierno. ¿Significa esto una oportunidad para los defensores del aumento de las inversiones públicas en la primera infancia?

Ciertamente, la recesión está agravando los problemas de escasez de recursos. Un porcentaje cada vez mayor de niños está creciendo en familias donde los recursos no existen. ¿Es la recesión una oportunidad? Debería serlo. Keynes apuntaba que se puede estimular la actividad económica simplemente pagando a alguien para que cave agujeros y los vuelva a rellenar, pero esto tiene un efecto cero a más largo plazo. En comparación, la rentabilidad de los programas para la primera infancia son extremadamente elevados. Invertir en los niños pequeños ofrece dobles beneficios: un estímulo para el gasto adicional ahora y un aumento del capital humano en el futuro. Así pues, sí existe un fundamento extremadamente bueno para que los gobiernos lo incluyan en los paquetes de estímulo. Es una pena que la mayoría de los argumentos sobre paquetes de estímulo se refieran a la construcción de puentes y carreteras y no al desarrollo de la capacidad y el capital humano.

Normalmente, las organizaciones para la primera infancia utilizan dos argumentos complementarios, pero muy diferentes, para aconsejar una mayor atención a favor de los niños desfavorecidos: el argumento de los derechos del niño y el caso del análisis del costo-beneficio para cuyo establecimiento tanto se ha trabajado.

Mi contribución más importante ha sido demostrar que no existe ninguna contradicción entre el caso económico y el caso de equidad, porque los beneficios económicos son mayores con los niños más desfavorecidos. El antiguo presidente de Estados Unidos, Harry Truman, solía bromear diciendo que estaba deseando conocer a un economista con un solo punto de vista, pues todos los economistas con los que trabajaba decían “desde un punto de vista... y desde otro punto de vista”. La política para la primera infancia es un ejemplo raro de argumento de economista con un solo punto de vista. El caso para la justicia social coincide perfectamente con las lecciones del análisis de costo-beneficio.

Entre los defensores de la primera infancia, existe el sentimiento de frustración de que el argumento económico para invertir en la primera infancia está firmemente establecido, pero los políticos no lo aceptan ampliamente ni lo cumplen. ¿Comparte usted esta opinión?

El acuerdo es mucho menor del que se pueda pensar. En general, sí, el argumento económico se acepta. Sin embargo, los detalles son muy confusos. Tengo un enorme respeto por los defensores de la primera infancia, pero tienen una tendencia a pensar que su caso es 100% sólido cuando no es así. A menudo, creo que los legisladores son lo suficientemente listos como para saber que existe un mayor desacuerdo del que admiten los defensores y su estridencia los aliena. Los defensores de la primera infancia tienen que estar más dispuestos a admitir las debilidades en la evidencia y menos a decirse entre sí “sabemos que esto es importante, ¿por qué no lo entienden todos los demás?”. También deberían presionar para obtener más y mejores evidencias.

¿Cómo debería responder la comunidad que trabaja para la primera infancia con relación al caso de los argumentos económicos para la inversión en los primeros años?

Mediante la experimentación y la evaluación. En la actualidad, se están realizando muchos experimentos en la educación de los niños mayores, algunos poco coherentes, otros interesantes, pero todos de un valor potencial. En los programas para la primera infancia también andamos a tientas; se utiliza la experimentación, pero es necesario algo más. Todavía hay un largo camino por recorrer. El mejor programa es, con casi toda probabilidad, el que aún no se ha intentando. Tengo la impresión de que los defensores de la primera infancia sienten la necesidad de dar una apariencia de unanimidad que, en realidad, es una ilusión. Necesitamos programas abiertamente competitivos entre sí. Uno de mis actuales proyectos es un libro, con Craig y Sharon Ramey, que habla sobre los cientos de programas que se han intentado hasta la fecha. El problema es que muchos programas actuales no han sido adecuadamente evaluados. Los países europeos, en concreto, solo están comenzando a documentarse de manera adecuada recientemente. Después de todos estos años, los datos más firmes sobre los programas para la primera infancia todavía provienen de los antiguos estudios longitudinales norteamericanos, como el programa Perry sobre preescolar(1).

¿Conoce algún país donde la inversión en la primera infancia se esté realizando de la forma en la que le gustaría, lo que podría suponer un ejemplo para otros?

Hasta hace unos años hubiera dicho que Francia, con su, así llamado, Programa Crèche (guardería), que era un buen ejemplo. Después conocí los estudios de investigación realizados por el psicólogo especialista en desarrollo infantil Richard Tremblay, en los que compara los casos de niños que crecen en circunstancias similares en París y en Montreal, donde no había programas similares, y no encontró ninguna diferencia esencial. Si bien necesitamos una mayor evaluación de los diferentes programas, lo que está claro es que es necesario invertir importantes cantidades de dinero para obtener resultados positivos. Si bien no las he estudiado a fondo, me parece que las políticas respetuosas con la familia de los países escandinavos, políticas como los complementos familiares y los permisos por maternidad y paternidad, podrían tener un mayor efecto positivo sobre los niños pequeños que muchos programas considerados para el desarrollo de la primera infancia en el sentido más tradicional.

Aparte del caso económico y el caso de equidad, ¿qué argumentos son importantes para persuadir a los responsables de la toma de decisiones para que se interesen más por los programas para la primera infancia?

Tenemos que ser honestos y admitir que las familias fracasadas tienen hijos fracasados. Es un argumento sensible, ya que existe el peligro de que si uno argumenta esto se le acusa de culpar a las víctimas. Sin embargo, debemos reconocer que las divisiones se están consolidando cada vez más. Los niños que reciben una educación adecuada de sus padres se convierten en padres aún mejores. Los niños que reciben una mala educación de sus padres se convierten en padres incluso peores, que a su vez tienen mayor número de niños. La sociedad es cada vez más desigual, los extremos se están polarizando. En un extremo del espectro, el porcentaje de niños que termina la educación universitaria está aumentando. En el otro extremo, el porcentaje de niños que abandona los estudios en la educación secundaria también está aumentando.

“La cuestión es cuál es el mejor modo de desarrollar las capacidades no cognitivas de los niños, la mejor manera de perfeccionar la crianza.”

Es interesante apuntar que muchos de los Estados norteamericanos donde se aceptan con mayor entusiasmo los programas para la primera infancia son aquellos con fuertes valores religiosos de derechas, donde existe una mayor preocupación sobre los efectos negativos de la descomposición de las estructuras familiares. No estoy diciendo que apruebo ese programa de valores familiares. Digo que tenemos que hablar más sobre el fracaso de las familias. Tenemos que hablar más abiertamente sobre el fracaso de las familias y entender mejor las relaciones entre los programas para la primera infancia y la función de la familia. Al mismo tiempo, debemos lograr que la gente se dé cuenta del valor de las habilidades no cognitivas. El programa Perry no tienen ningún efecto sobre el cociente emocional, fue el efecto perdurable de las habilidades no cognitivas lo que marcó la diferencia. Sin embargo, la gente lo olvida. Si visita cualquier sitio web que hable sobre los beneficios de los programas para la primera infancia comprobará que están lejos de detenerse en el cociente emocional, que más bien se centran en mejorar los resultados en los exámenes académicos, en los alumnos “inteligentes”. Es necesario que las evaluaciones de los programas para la primera infancia sean más rigurosas y sofisticadas a la hora de evaluar su impacto sobre las habilidades no cognitivas, ya que tienen un enorme impacto sobre la capacidad de aprender y tener éxito en la vida: habilidades como la curiosidad y el compromiso con el mundo, la capacidad para relacionarse con otras personas y para tolerar las críticas. Debemos introducir esta idea en la conciencia pública.

Un problema es que “no cognitivo” es una construcción difícilmente atrayente, que el público en general no comprende de forma inmediata.

Es una expresión terrible, ya que está definida en negativo. Es mejor hablar de palabras o ideas como motivación, ambición, personalidad, sociabilidad, dignidad, respeto por uno mismo, capacidad para cooperar e integrarse. Una palabra anticuada que sin embargo creo adecuada es “carácter”.

¿Algo más que compartir con los lectores de Espacio para la Infancia sobre lo que la comunidad para la primera infancia debería hacer para ayudar de forma más eficaz?

A menudo me sorprende que muchos asesores infantiles no se hayan dado cuenta de que el debate ha continuado. Se han quedado atrapados en reafirmar repetidamente que los primeros años son importantes. Eso lo sabemos. La cuestión ahora es cuál es el mejor modo de desarrollar las capacidades no cognitivas de los niños, la mejor manera de perfeccionar la crianza. Los asesores para la infancia temprana deben reconocer que no hay nada que temer de la competición abierta entre las distintas formas de hacer las cosas, eso es lo que hace que este caso sea a toda prueba. También creo que la comunidad que trabaja para la primera infancia puede tender a ser demasiado provinciana. Escuchas a la gente hablar sobre neuronas que se secan a la edad de tres años, como si eso fuera lo único que se obtiene de la neurociencia, pero no es el caso, los cambios neuronales se producen durante toda la vida. Los asesores para la primera infancia tienen que proseguir, para fomentar otras etapas de la vida y desarrollar un enfoque combinado que propugne formas de desarrollar habilidades y el potencial humano durante todo el ciclo de la vida.

¿Qué importancia le da la población al tema de la inversión en la infancia al momento de elaborar los presupuestos participativos?

Los delegados de la población van al presupuesto participativo con la tarea de obtener recursos para determinada obra para su comunidad y esa es su prioridad. Hay que crear conciencia de la importancia de dedicar fondos para invertir en el desarrollo de la infancia, que incluye la nutrición infantil, la educación y salud. Los alcaldes que participamos en el encuentro de municipalidades rurales organizado por el Grupo Impulsor de Inversión en la Infancia nos hemos comprometidos a priorizar la inversión en la infancia y debemos crear conciencia en la población de la importancia prioritaria de esta inversión.

¿Cómo funciona la coordinación entre los gobiernos locales y el gobierno central para planificar y ejecutar programas a favor de la infancia?

No hay ninguna coordinación. Eso es un gran problema. El gobierno jamás coordina con nosotros los programas que implementa. Programas sociales como Crecer o Juntos actúan por su lado, sin ninguna coordinación con los gobiernos locales. Un ejemplo de esa falta de coordinación es la creación de los núcleos ejecutores. Hemos estado organizando los comités de gestión y fiscalización y los comités de desarrollo, pero de la noche a la mañana el presidente García saca de la manga los núcleos ejecutores, que serán manejados por los gobernadores nombrados por el gobierno, para que canalicen la inversión, dejando de lado los organismos de participación ciudadana creados en cada lugar. Eso rompe con todo. Estos núcleos ejecutores tienen un claro propósito político, y van a dividir, crear caos y desgobierno. Hemos planteado la creación de un Consejo Nacional de Concertación Intergubernamental para subsanar esta falta de coordinación.

¿Qué cambios legislativos debería hacer el Congreso para promover la inversión en la infancia?

Lo primero es cambiar la Ley de Presupuesto para que la inversión en la infancia, los aspectos de educación y salud, sean considerados como una inversión y no se sigan considerando como un gasto en el Presupuesto de la República. No solo los aspectos de infraestructura se deben considerar como inversión, sino también los aspectos de carácter humano. El Congreso debe entender que destinar recursos a la educación y a la salud no es un gasto, sino una inversión, y debe legislar en ese sentido. Ese es el principal planteamiento que la REMURPE le hace al Congreso.

¿Y la REMURPE qué va a hacer para mejorar la inversión a favor del desarrollo de la infancia?

El tema de la inversión en la infancia se convertirá en un eje central del trabajo de la REMURPE. En nuestro congreso anual, donde se verá el desarrollo y la situación crítica de la economía y la crisis ambiental, incluiremos como tercer tema de debate el de la inversión en la infancia, para concientizar y consensuar este tema entre todos los alcaldes de la REMURPE. Los gobiernos locales deben asumir el tema de la inversión en la infancia como algo prioritario y crear organismos dentro de las municipalidades para que hagan cumplir los acuerdos a favor del desarrollo de la infancia. Se debe crear, dentro de la gerencia de desarrollo social, una subgerencia municipal de promoción de la inversión en la infancia. Nuestro compromiso es priorizar la inversión en la infancia. Hay que atender a la infancia de manera urgente, porque mañana será muy tarde.

Notas

1 Estudio longitudinal sobre los efectos de la educación preescolar de niños viviendo en la pobreza. www.highscope.org.

2 El programa estadounidense Nurse-Family Partnership es un programa de visitas a domicilio por parte de enfermeras especializadas con el objetivo de mejorar la salud, el bienestar y la autonomía de los padres primerizos, de rentas bajas, y de sus hijos. El programa Head Start es también un programa nacional que promueve la preparación para la escuela de los niños mediante el reforzamiento del desarrollo cognitivo y social a través de la provisión de servicios educativos, sanitarios, sociales para las familias desfavorecidas.

Bibliografía:

Heckman, James. “Hay que entender mejor la relación entre los programas para la primera infancia y el papel de la familia.” Espacio para la infancia #31. Julio 2009: p. 24-29.

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