Por: Faviola Jiménez*
En el Perú, el 14,2% de los niños
menores de cinco años son desnutridos crónicos, aunque esta cifra enmascara
brechas como la de Huancavelica, donde la cifra se incrementa a 35%; en el caso
de la anemia las cosas son peores aún, pues el 43% de los niños menores de tres
años a nivel nacional y el 82% de los niños puneños tienen anemia. El panorama
se complejiza pues existen muchas probabilidades que un niño desnutrido se
convierta en un adulto obeso, esta aparente paradoja nos indica que hablar de
desnutrición y obesidad no es hablar de temas aislados, sino de dos caras de
una misma moneda.
Como miembro del Grupo Inversión
por la Infancia he tenido la posibilidad de analizar, reflexionar y, lo más
importante, contribuir en la solución de estos importantes temas; por ello, me
resulta indignante conocer las propuestas mediocres que se han consignado en
los planes de gobierno (hemos analizado 10 de los 19 candidatos a la
presidencia, análisis que se presenta en la edición 154 del Blog Inversión en
la Infancia).
En algunos de los planes, lo más
grave es la ausencia total de los temas de anemia y desnutrición, y en la
mayoría de ellos su calidad solamente declarativa: se mencionan la disminución,
pero no las estrategias, planes, programas o métodos de intervención para
lograrlo; es importante, por ello, levantar nuestra voz desde el ámbito
académico, científico, social, pero sobre todo desde nuestra condición humana
para mencionar hasta el cansancio que estos dos flagelos son reales, tangibles
y que van a continuar condenando al Perú a seguir siendo un país
subdesarrollado, en el cual se pierden generaciones de personas con secuelas de
la anemia y la desnutrición, personas discapacitadas incapaces de conducir su
vida de una manera digna.
Considero que todos nos merecemos
un país que esté en la capacidad de plantear metas ambiciosas, creo que es
posible plantear metas nacionales de anemia y desnutrición cero; metas que no
sean manoseadas y utilizadas con fines electoreros, sino metas congruentes con
un trabajo serio y sostenido. La tarea no es fácil por muchos motivos, entre
los cuales debo mencionar que estas enfermedades son multicausales y están
afectadas por múltiples determinantes sociales; pero lo cierto es que tenemos
algunas experiencias exitosas que se deben sistematizar y replicar.
Finalmente,
hago explícito mi sesgo profesional y pongo de manifiesto la necesidad de
mejorar aspectos en la formación de recursos humanos en temas de nutrición,
salud y bienestar; recordando que en el Perú sólo contamos con 6,000
nutricionistas con una formación que durante 68 años se ha orientado sólo a
aspectos recuperativos.
*Faviola Jiménez, nutricionista, directora de la Red Peruana de
Alimentación y Nutrición, directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de
la Universidad Científica del Sur, miembro del Grupo Impulsor Inversión en la
Infancia.