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EDITORIAL
Una sola fuerza por la infanciaUna sola fuerza por la infancia y niñezEl efecto Yaku viene afectando a cientos de familias y acarreando a la pobreza a quienes escapaban de ella: la miseria. Foto: difusión. La
llegada del ciclón Yaku una vez más ha desnudado la triste realidad que vive el
país ante la inoperancia e ineficiencia en temas de prevención y contención de
desastres naturales. Como si no hubiera sido suficiente los graves daños que
nos dejó la pandemia, una vez más volvimos a repetir los mismos errores y con
ello el costo de las consecuencias: más pobreza, más vulnerabilidad, más niños
sin oportunidades. Los
efectos de la pandemia y la naturaleza parecen cada vez plantearnos mayores desafíos
en un país fracturado por la crisis social y la corrupción que acapara todos
los niveles de gobierno: local, regional y nacional. Y en medio de todo ello,
hay dolor, llanto y desolación en aquellas poblaciones que se vieron gravemente
afectados pues según el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y el
Centro de Operaciones de Emergencia Nacional, desde el 1 de enero al 14 de
marzo 50 personas tristemente perdieron la vida. El
efecto Yaku y por ende las intensas lluvias, huaicos y deslizamientos aún siguen
afectando a cientos de familias y acarreando a la pobreza a quienes escapaban
de ella: la miseria. La Defensoría del Pueblo informó hace poco que existen más
de 112 mil afectados y 117 establecimientos de salud que sufrieron daños. Como
siempre, la desgracia al amparo de los más pobres. Pero
no es solo eso. Los efectos secundarios de la naturaleza trae consigo enfermedades,
pérdida de producción, afectación en la educación, salud, entre otros males que
ya vienen siendo evidentes: como subida de la anemia y desnutrición. Entonces
la pregunta surge de fondo: ¿dónde están las autoridades y que acciones
inmediatas estas tomando? De pronto parecen haber solo tinieblas. Otro
dato desalentador es que 3 millones 707 mil 063 peruanos se encuentra en riesgo
alto y muy alto ante la ocurrencia de huaicos, de acuerdo al Centro Nacional de
Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred). Y la
evidencia podría afirmarse si solo miramos a regiones como Piura, Lambayeque,
Tumbes; que vienen siendo golpeadas por la inoperancia del hombre: y allí el
sufrimiento de los más vulnerables como al infancia y la niñez. Pero
ello no deba quitar los ánimos y la esperanza para actuar. En medio del desastre,
debemos afirmar UNA SOLO FUERZA POR LA INFANCIA. Creemos que el trabajo real y
solidario desde el sector público, privado y ciudadano, representa una gran
propuesta de solución para enfrenar la crisis de la naturaleza. Pero para ello
es necesario un verdadero compromiso con sentido de solidaridad y no volver a
repetir los mismos errores. |