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OPINION
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Por un Perú que priorice a su infancia: reflexiones para el año que viene

Cuando hablamos del futuro de la infancia en el Perú, inevitablemente nos enfrentamos a una realidad compleja: un país donde las carencias básicas persisten y donde el progreso, aunque posible, parece avanzar a paso lento. Pero ¿Qué podemos esperar para los niños y niñas del Perú en el próximo año?


Primero, es fundamental entender que la pobreza no es un fenómeno unidimensional. Existen al menos dos formas de medirla: por gasto monetario y por acceso a servicios básicos. La primera es volátil, varía rápidamente según la economía de los hogares y suele reflejar desigualdades de corto plazo. La segunda, en cambio, mide capacidades estructurales: acceso a agua, educación, salud, vivienda digna, entre otros. Esta última nos da una visión más clara de los desafíos de largo plazo, especialmente en una población tan vulnerable como la infantil.


El Perú tiene una deuda pendiente con su infancia. Cifras alarmantes, como la prevalencia de anemia y desnutrición, nos recuerdan que no hay aprendizaje ni desarrollo cuando la mesa está vacía. Según expertos, un enfoque multidimensional nos permitiría identificar cuántos niños carecen de agua, luz, vacunas o educación de calidad, y atender estas carencias con políticas públicas enfocadas. Porque no basta con medir, hay que actuar.


En este punto, es inevitable señalar que la gestión del Estado sigue siendo insuficiente. Hemos avanzado en construir métricas para medir la pobreza, pero los indicadores por sí solos no transforman vidas. La ejecución presupuestaria debe ser eficiente y focalizada, y esto incluye una vigilancia ciudadana activa.


Además, se acerca un periodo electoral que será determinante. Más de 50 partidos políticos tendrán la oportunidad de presentar sus planes de gobierno, pero ¿Cuántos priorizarán a la infancia? La ciudadanía debe demandar respuestas claras. Necesitamos propuestas concretas, como metas medibles en acceso a agua potable, saneamiento, alimentación adecuada y conectividad. Estas no solo deben ser promesas electorales, sino compromisos verificables que puedan ser monitoreados por la sociedad civil.


El Perú tiene herramientas, capacidad técnica y recursos. Lo que falta es una mejor demanda ciudadana y una gestión eficiente de nuestras autoridades. El próximo año será una oportunidad para que, como país, decidamos si queremos avanzar hacia un modelo que priorice a los más pequeños. Si logramos que el debate político se centre en propuestas reales para la infancia, habremos dado un paso importante hacia un país más justo.


La infancia debe dejar de ser solo un tema en los discursos para convertirse en el eje central de nuestras políticas públicas. Porque si no cuidamos a nuestros niños hoy, no habrá futuro que valga la pena mañana.


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