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OPINION
El gobierno no está dispuesto a dar la batalla por la infanciaPero esos anuncios van acompañados de varios problemas: 1) Ya pasaron 11 meses y el avance es limitadísimo. Hay evidentes problemas no resueltos de visión, gestión y recursos. 2) Para un gobierno que quiere hacer de la inclusión y atención a la infancia su bandera, atender a menos del 10% de los necesitados no parece marcar una prioridad. Las autoridades debieran preguntarse lo que seguramente se preguntan millones de peruanos: si mi hijo que necesita alimentación nutritiva, atención médica, espacio educativo de calidad, no está entre los beneficiados por los programas anunciados, ¿en qué me ayudan todos esos anuncios? Debieran preguntarse también: ¿no hay manera de abarcar más en menos tiempo? Y si para conseguirlo se necesita más dinero y ciertas leyes, ¿están dispuestas a convertir la batalla por la infancia en su prioridad? Mi impresión es que no. Que parecen estar haciendo casi lo mismo que se ha venido haciendo desde Fujimori, Toledo, García, a quienes la infancia les importaba muy poco. Quizá esta vez, además de cambiar unos nombres y algunos mecanismos, se hará “un poco más de lo mismo”. Eso no alcanza para dar la batalla por la infancia. Los peruanos tenemos la obligación de darle a la infancia al menos el mismo espacio que a Conga. Lamentablemente, la infancia no tiene actores como Roque Benavides y Gregorio Santos para dar el espectáculo que llame la atención y obligue a multiplicar por 5 las metas de reserva de agua (o de atención integral a la infancia, en la analogía). Tampoco tienen a los periodistas de los medios que están detrás de las noticias diarias sobre Conga dispuestos a focalizarse en la infancia y ponerla como titular de sus noticieros o primeras planas. El presidente Ollanta Humala y su esposa hacen bien en llevar a sus hijos al jardín de infancia o colegio (al que cientos de miles de peruanos aún no tienen acceso). Padres responsables que quieren a sus hijos hacen eso en la medida que tengan recursos y manejo flexible de sus agendas. Pero el presidente Humala tiene la obligación de ser el padre simbólico de todos los niños del Perú. Demostrar con hechos que la infancia es algo realmente crucial para su vida (lo que yo aplaudiría sin duda), al punto de llamar a consultas a cuanto intelectual y experto en el tema exista en el Perú, a los empresarios y consultores expertos en gestión de servicios, a los líderes políticos representados en el Congreso y al ministro de Economía para que respalden de inmediato –con leyes necesarias y recursos suficientes- las iniciativas que se acuerden. Todo ello debería ser liderado por una Autoridad Nacional de la Infancia con rango ministerial, una especie de hermano político del Primer Ministro, a quien respondan todos los ministros que tengan programas que toquen a la infancia. Tenemos la obligación de ser ambiciosos y demandar del gobierno una acción más enérgica en pro de la infancia. Mientras no se haga, personalmente seguiré sintiendo que estamos haciendo más de lo mismo, aunque con otro maquillaje. León Trahtemberg, educador, miembro del Grupo Impulsor Inversión en la Infancia y del Consejo Nacional de Educación. |