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Más de 1 millón de niños tienen anemia y más de medio millón sufren de desnutrición

El desafío que demanda la primera infancia

La pobreza se concentra con más fuerza entre los niños. Y entre los pobres, los niños son los más vulnerables. En un contexto de importante crecimiento económico, en el Perú hay, según datos del INEI, más de 1 millón 200 mil niños menores de cinco años que viven en la pobreza. Mientras la pobreza global del país es 23,9 por ciento, la pobreza entre los niños menores de cinco años se eleva a 35,5 por ciento. 

Aunque la pobreza monetaria continúa descendiendo, su ritmo de reducción es menor que en años anteriores. Según el INEI, el año 2013 la pobreza bajó 1,9 puntos porcentuales a nivel nacional, el menor descenso de los últimos años. Y se elevó en ocho regiones del país. La pobreza infantil disminuyó aún menos el último año: se redujo solamente 1,2 puntos porcentuales. La mitad de la población rural y poco más del 60 por ciento de los niños rurales viven en la pobreza.  

Más de medio millón de niños menores de cinco años sufren de desnutrición crónica y más de un millón tienen anemia. Esto compromete seriamente su futuro. Si bien en los últimos años se han asignado importantes recursos económicos a los programas destinados a mejorar la salud y nutrición materna e infantil, en los dos últimos años el ritmo de reducción de la desnutrición crónica infantil se ha desacelerado, hasta prácticamente estancarse, y la anemia infantil se ha elevado. 

La mortalidad neonatal, en el primer mes de vida, y la mortalidad infantil, durante el primer año de vida, también se han incrementado, pasando en el año 2013 de 9 por cada mil nacidos vivos a 12 por mil, y de 17 por mil nacidos vivos a 19 muertes por cada mil nacidos vivos, respectivamente. 

El año 2013, la desnutrición infantil bajó solamente 0,6 puntos porcentuales, con lo que, a nivel nacional, el 17,5 por ciento de los niños menores de cinco años tiene desnutrición. La brecha entre zona urbana y rural es grande. En las zonas rurales, uno de cada tres niños tiene desnutrición crónica, mientras en las zonas urbanas afecta a uno de cada diez niños. 

Después de haber venido descendiendo en los años anteriores, la anemia infantil se ha elevado en los años 2012 y 2013. En los dos últimos años, la anemia entre los niños de seis meses a tres años de edad se ha incrementado en 4,8 puntos porcentuales, siendo ahora, según datos de la ENDES 2013, de 46,4 por ciento, es decir, casi la mitad de los niños de esta edad sufre de anemia. 

El gobierno ha señalado como meta para el año 2016 reducir, a nivel nacional, la desnutrición crónica infantil a 10 por ciento y la anemia infantil a 20 por ciento. Para lograr estas metas, el gobierno ha elaborado un plan nacional. Se deberán redoblar esfuerzos y lograr la efectividad necesaria en las políticas implementadas para acelerar el ritmo de reducción de la desnutrición y la anemia infantil y cumplir estas metas. 

Es también preocupante el bajo nivel de niños que cuentan con todas las vacunas básicas para su edad, que ha descendido del 30,4 por ciento en 2012 a solamente 23,6 por ciento en 2013. A esto se suma el desabastecimiento frecuente de vacunas por varios meses, como la vacuna anti polio inyectable. 

Los altos niveles de desnutrición y anemia infantil, así como la desaceleración en la reducción de la desnutrición, el aumento de la anemia y la mortalidad infantil, y el desabastecimiento de insumos básicos como vacunas y nutrientes para combatir estos graves problemas, son inaceptables en un país con el crecimiento y recursos que tiene el Perú. 

A pesar de los avances alcanzados, todavía uno de cada cuatro niños entre tres y cinco años no accede a educación inicial, lo que afecta su futuro rendimiento escolar y, por lo tanto, su formación educativa y sus oportunidades. 

Cómo consolidar un crecimiento económico que reduzca en forma importante la pobreza  y las desigualdades, y así pasar a un desarrollo sostenible con equidad, es un tema clave para el país. 

¿Qué hacer para lograr esto? ¿Cuáles son los mecanismos necesarios para mejorar la redistribución de la riqueza? ¿Cómo cerrar las brechas sociales? ¿Cómo mejorar la efectividad de la gestión pública y de la inversión social? ¿Qué compromisos debemos adoptar todos, Estado, empresa privada y sociedad civil?

Estas son algunas preguntas que debemos responder para avanzar en ese desarrollo con inclusión social al que todos debemos aspirar. 

El consenso internacional señala que la inversión en la infancia, en su salud, educación y desarrollo pleno, es fundamental para reducir la pobreza y las desigualdades, y poder tener un desarrollo sostenible con equidad. Invertir en la infancia para asegurar su desarrollo pleno es un derecho básico de todos los niños y niñas. 

Esta es una tarea que trasciende a los gobiernos y que nos compromete a todos, Estado y sociedad civil. Para esto es necesario tender puentes de confianza y tener un diálogo abierto y franco entre el Estado y la sociedad civil sobre lo que se debe hacer en la lucha contra la pobreza y las desigualdades, que afectan especialmente a la infancia.

¿Qué podemos hacer, tanto el Estado como la sociedad civil, como parte de nuestra responsabilidad ciudadana, para construir una cultura de solidaridad y hacer frente al desafío que nos demanda la primera infancia?

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