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OPINION
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La importancia de la primera infancia

Por: Carlos E. Aramburú

La intención del Grupo Impulsor Inversión en la Infancia, que reúne a profesionales independientes de muchos campos, es formular algunas propuestas a nuestras autoridades para que se haga de una vez por todas un plan efectivo que tome en cuenta la infancia como primera prioridad. La coyuntura es favorable por la prioridad dada por el nuevo gobierno a la inclusión social, que debe empezar por los menores, sin los cuales no puede hablarse de una política social seria. El objetivo del Grupo es no solamente proporcionarles estas sugerencias, sino además hacer la vigilancia del Plan por la Infancia que finalmente llegue a aprobarse por el Ejecutivo. 

¿Por qué los niños, por qué la primera infancia?, se preguntarán. Por varias razones. La primera es que hay que tener muy en cuenta que los niños tienen derechos. Los niños no son propiedad de sus padres, son seres individuales con derechos, con aspiraciones, con expectativas: invertir en ellos es absolutamente indispensable. La segunda, es porque no solo son el futuro, sino que son el presente; mejorar las condiciones de vida de los menores de hoy es la mayor responsabilidad ciudadana. Tercero, porque los niños importan no solo como formación de capital humano, sino como personas, las más vulnerables a la exclusión y a la pobreza. Más bien podríamos decir que nuestro futuro como sociedad, como país, depende de ellos.

¿Qué significa un Plan Concertado por la Infancia? Varias cosas muy concretas. Significa, en primer lugar, que exista una autoridad responsable, de alto nivel y con los recursos necesarios para llevar adelante el Plan por la Infancia. Esta autoridad tiene que ser multisectorial porque el tema de la infancia es un tema que toca muchos sectores. Toca el tema de la familia, educación, salud, vivienda, nutrición. El instrumento que esa autoridad debe tener para llevar adelante este programa, es el Plan Nacional por la Infancia y la Adolescencia. Ya existe uno que ha sido evaluado bastante bien desde el punto de vista de lo que ha logrado, aunque en muchos casos los avances han sido insuficientes. Era un Plan que tenía 99 metas, es obvio que 99 metas son demasiadas. El objetivo es contar con un Plan Nacional de Acción por la Infancia y la Adolescencia para el periodo 2011 – 2021 que tenga pocas metas realizables.

La Autoridad Nacional por la Infancia debe estar al más alto nivel: el presidente de la República, o una persona que él designe, porque esta autoridad tiene que ser capaz de convocar a muchos sectores. No hay ningún ministerio que pueda llevar por sí solo este tema  o que tenga la capacidad de convocatoria requerida para impulsar este proyecto de forma independiente. Por ello es indispensable tener una autoridad supra ministerial, capaz de convocar al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, al Ministerio de la mujer, al sector de Salud y al de Educación, etc., para articular iniciativas sobre la infancia.

Se  necesita, asimismo, un grupo consultivo. Hay muchas ONG, academias y expertos que han trabajado el tema de la niñez, su conocimiento es valioso y debe de ser incorporado porque el gobierno no puede solo. El tema de la niñez tiene que ser un tema  conjunto que coordine los esfuerzos de empresas, ONG y la sociedad civil, además de los del gobierno.

Un cuarto requerimiento es un presupuesto suficiente. Si bien el nivel de ejecución de programas por resultados dirigidos a la niñez han tenido un incremento importante, las metas tan ambiciosas de desnutrición cero y educación inicial universal que ha planteado nuestro presidente, implica que haya recursos adicionales. Recursos que tienen que llegar a nivel local, pues la ejecución de la política social tiene que estar al nivel del municipio, del alcalde del distrito. Y ese es el gran reto que tenemos para los próximos años.

No solamente hay que gastar más, sino gastar mejor. Es muy importante que la asignación presupuestal tenga que ver con la condición de la niñez. La investigación en torno a la desnutrición crónica infantil que el Grupo Impulsor viene coordinando, demuestra que si se analiza el nivel de presupuesto por departamento y el nivel de desnutrición crónica infantil, no hay ninguna relación. Hay departamentos que tienen alto presupuestos para la niñez y tienen baja tasa de desnutrición crónica, y al revés. Se requiere una mejor  distribución y mayor equidad en la asignación del gasto.

Es muy importante entender que no solamente se trata de mejorar la oferta, la educación, la vacuna, la atención del niño sano: hay que trabajar la demanda. Los padres de familia, los ciudadanos, somos responsables de los niños, no es un tema que se le puede dejar solo al gobierno. Hay que empezar a trabajar en crear una conciencia ciudadana respecto a los niños como sujetos de derecho, como la mejor inversión social que puede hacer un país y como el futuro de nuestra Nación. La demanda tiene que trabajase al nivel de los padres, hermanos, cuidadores, docentes, médicos, de toda la sociedad civil, para entender que no solamente depende de lo que hagan los otros, sino depende de lo que hagamos nosotros mismos. 

Un componente clave de esta Autoridad por la Infancia será un sistema de seguimiento y evaluación. La academia y los grupos como Inversión en la Infancia tienen un rol fundamental: observar, vigilar, sugerir, no con un afán policial, sino con un afán de control y de asegurarnos que la plata llegue a los niños más necesitados. Vigilar si se está cumpliendo con un compromiso que no es de una persona ni de un partido político, es de todo un país y de toda la humanidad.


Carlos E. Aramburú, antropólogo, especialista en desarrollo rural, profesor principal de la Universidad Católica, miembro del Grupo Impulsor Inversión en la Infancia. 

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