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OPINION
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Pobreza y Desnutrición

La desnutrición, especialmente la infantil, está vinculada estrechamente con la pobreza, cuando se observa el problema desde el punto de vista social. Porque, desde el ángulo estrictamente biológico, la desnutrición infantil estará siempre presente en porcentajes ínfimos en todos los niveles socio-económicos, producto de otros factores no ligados a la falta de recursos.
 
La desnutrición infantil, la no ligada a la pobreza, es curada o controlada, después de un procedimiento de diagnóstico, con los remedios adecuados. Por consiguiente, la desnutrición causada por la pobreza tiene que ser “curada” impartiendo la justicia social que elimine la etiología social de la desnutrición infantil.

Una manera de combatir la desnutrición infantil en los estratos más deprimidos de la sociedad peruana, mientras la elevación del nivel de vida llegue, es con medidas que escapan a las estrategias, planes, programas y resultados de la implementación del suministro de alimentos a los niños desprotegidos, especialmente a las criaturas, desde que están aún en el útero materno hasta la edad escolar. 

Este modelo de combate tiene el propósito, guiado por un sentimiento de solidaridad y de lucha contra la injusticia, de conseguir una salud completa de los niños y niñas. Al disminuir los escandalosos porcentajes de desnutrición en las áreas más pobres del país, es posible que con eso se consiga, como producto secundario, un mejoramiento de la calidad de vida de esas criaturas salvadas de la falta de desarrollo de su cerebro. Pero, eso mismo, postuló durante años, la Organización Mundial de La Salud y sus oficinas regionales: que la disminución de los riesgos de salud combatía la pobreza. Hay la sospecha que la espectacular disminución de la mortalidad infantil en las comunidades más pobres de países emergentes, como en Latinoamérica, no ha mejorado la calidad de vida. Hay la sospecha, extrañamente no estudiada, que al aumentar la población por la protección científica contra las causas epidémicas de enfermar y morir, con vacunas y otros medios, aumenta la pobreza de las familias.

La historia de la medicina humana, aquella que analiza con la evidencia científica, demuestra que la desnutrición existió siempre, en todos los estratos de la sociedad, antes que el desarrollo económico de las sociedades se estratificara en niveles para surgir países con gran desarrollo y otros sin ninguno, con toda una gama de posibilidades. Así, también, se estratificó la desnutrición por falta de recursos. Ya nadie recuerda que las hambrunas azotaron a países como los europeos, que atacaron a pobres y ricos.1 Hay una gran posibilidad de sacar de la pobreza a las regiones con mayor índice de desnutrición, como Huancavelica, Cusco, Ayacucho, o los pueblos selváticos, promoviendo -en el mundo entero- el consumo de productos, que como la papa y el maíz, contribuyeron a la nutrición del mundo. Gastón Acurio tiene una tarea verdaderamente salvadora. Si la papa amarilla, por ejemplo, ésa cuya buena calidad está protegida biológicamente por el medio andino (sólo se produce a más de 2,500 metros s. n. m.) se vendiese en las calles de las grandes ciudades condimentada apropiadamente, en lugar de la comida chatarra, la actual pobreza, causa de la desnutrición infantil, en los niñitos de los agricultores andinos, desaparecería.         

Uriel García, médico, ex ministro de Salud, miembro del Grupo Impulsor Inversión en la Infancia. 


1. Dicho sea de paso, fue la papa andina la que salvó a los pueblos de Irlanda, Francia y Alemania de morir de hambre, cuando el trigo fue atacado por una enfermedad.


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