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OPINION
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La infancia y los ministros de educación de América Latina

Educación de calidad: herramienta para acabar con la segregación y la desigualdad social

Por: Manuel Bello*

El 24 y 25 de enero de 2017 se realizó en Buenos Aires la última Reunión Regional de Ministros de Educación de América Latina y el Caribe, en la que se reafirmó el compromiso de nuestros países con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y en particular con el Marco de Acción Educación 2030 (E2030) para la realización del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4: “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”. La reunión culminó con la suscripción de la “Declaración de Buenos Aires”, que resume los acuerdos y las promesas de los Ministerios de Educación.

En el Perú, la mencionada Declaración se ha hecho pública cuando millones de niños y niñas y sus familias se preparan para el inicio de un nuevo año escolar; muchos de ellos asistirán por primera vez a instituciones de educación inicial o de educación primaria. Nos preguntamos si los compromisos asumidos por los Ministros (y la E2030) apuntan a la necesaria transformación de un sistema escolar que arrastra graves problemas de segregación y desigualdad, que ofrece educación de mala calidad a la mayoría de la población y contribuye a la reproducción de brechas y a la continuidad de la pobreza y la conflictividad social. ¿Podemos alimentar esperanzas de que ocurran cambios estructurales progresivos en el sistema escolar que acogerá a los niños peruanos en el año presente y los venideros?

Los Ministros de Educación se declaran conscientes de que el mayor desafío para el progreso socioeconómico en la región es la desigualdad, por lo que enfatizan como “principio rector de la agenda educativa” el “velar porque todas las niñas y todos los niños terminen los ciclos de la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad y producir resultados escolares pertinentes y eficaces.” (Numeral 4). Pero, ¿qué propuestas específicas de políticas y estrategias para el logro de ese objetivo identifican los Ministros de Educación? “Nos comprometemos -señala la Declaración- a desarrollar políticas inclusivas con miras a la mejora de la calidad y la pertinencia de la educación que incidan en todos los actores del sistema educativo.” (Numeral 8).

En ese marco, los Ministerios de Educación prometen “continuar avanzando en la expansión de los programas de atención y educación de la primera infancia, priorizando aquellos grupos marginados y/o excluidos, a partir de una oferta de calidad que promueva el desarrollo integral de niños y niñas…”. (Numeral 9). Este compromiso es tibio e insuficiente, cuando sabemos que es indispensable la universalización del acceso a una educación preescolar de buena calidad, que apunte a integrar en instituciones públicas a niños y niñas de distintos estratos sociales y bagajes culturales diversos, o que al menos apunte a compensar de manera activa y eficaz las desventajas educativas de las poblaciones vulnerables.

Por otro lado, la Declaración de Buenos Aires no aborda el grave problema del fracaso escolar en la Educación Primaria en los países de la Región. No se mencionan políticas y estrategias que aseguren que los niños y niñas que ahora inician el preescolar o la primaria estén a salvo de la repetición, del atraso y del abandono escolar por causas atribuibles al sistema educativo y a sus instituciones. ¿Cómo se logrará que todos culminen la educación primaria y secundaria con “resultados escolares pertinentes y eficaces”, sin políticas que eliminen la segregación, la desigualdad y las prácticas que culpabilizan a los niños y niñas por las deficiencias de sus aprendizajes? Entre otras prioridades concretas, en la Educación Primaria es urgente sustituir la nefasta repetición de año por un sistema que permita detectar oportunamente y atender de manera diferencial y compensatoria -durante el año escolar- a los estudiantes que presentan dificultades para avanzar al ritmo esperado, abordando las causas de sus dificultades.

Finalmente, los Ministros de Educación se comprometen “a velar por el fortalecimiento de la educación pública de calidad como garantía para la construcción de la democracia y de sociedades más justas” (Numeral 19), lo que sin duda es indispensable, pero también resulta insuficiente para revertir la grave tendencia al crecimiento de una educación de mercado, que aumenta la segregación y la desigualdad escolar. El fortalecimiento de la educación pública debe apuntar a consolidarla como la opción prioritaria para todos y el lugar de desarrollo práctico de la convivencia democrática, del respeto a la diversidad y de la afirmación del encuentro y de la cohesión en el tejido de las relaciones sociales. Sólo así podrá contribuir la Educación al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el año 2030.


*Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia e integrante del Grupo Impulsor Inversión en la Infancia.


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