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León Trahtemberg y Elena Valdiviezo

Expertos opinan sobre proyecto de ley para iniciar primaria antes de los 6 años

Sobre el proyecto de ley aprobado por el Congreso de la República que permite a los niños que cumplen 6 años hasta el 31 de julio matricularse en educación primaria, opinan los educadores: León Trahtemberg y Elena Valdiviezo, ambos miembros del Grupo Impulsor Inversión en la Infancia. 

León Trahtemberg: “Los Estados tienen que ser muy cuidadosos, más aún porque a un niño pequeño que se le pone una exigencia mayor se le está generando una situación de riesgo”

“Las investigaciones que se han hecho en el mundo evidencian que la madurez requerida del niño de forma integral para aprender a simbolizar, a leer, a escribir, a abstraer lo necesario para empezar a realizar operaciones matemáticas, se da entre los 6 y 7 años. Esa es la razón por la que en el mundo entero hay una tendencia de iniciar educación primaria entre los 6 y 7 años. Eso supone que el niño tendrá las ventajas de desarrollo. En nuestro país, el proyecto de ley que ha presentado el Congreso plantea que el niño pueda iniciar la primaria con 5 años 8 meses, es decir, muy por debajo del mínimo requerido que sería el óptimo. Entiendo que algunos padres de familia crean que sus hijos son muy maduros, adelantados, capaces, o han mostrado en educación inicial mucha solvencia, pero eso es solo una parte del desarrollo de los niños. El Estado que tiene que dar normas para más de 600 mil niños no puede dar una norma partiendo de un supuesto de que hay un niño que es particularmente maduro. El Estado tiene que dar una norma que proteja a los niños, que asegure que si no todos, la gran mayoría, cuando entre a primer grado haya logrado toda la evolución previa para sacarle provecho y tener éxito en primaria. Adelantar este proceso para antes de los seis años termina siendo un absurdo académico, científico, pedagógico y psicológico. Por ello, hemos solicitado que el presidente Kuczynski observe esta ley. Para que no se perjudique a los niños, cuyos padres van a querer que empiecen el primer grado antes de tiempo, con efectos nocivos en el mediano y largo plazo que se van a sentir de inmediato o después. Los Estados tienen que ser muy cuidadosos, más aún porque a un niño pequeño que se le pone una exigencia mayor se le está generando una situación de riesgo. A diferencia de un niño mayor que se le está dando un poco más de tiempo de maduración, al que no solo no se le pone en ningún riesgo sino también se le está dando ventajas y esté mucho más listo para los retos que corresponden a la edad”. 

Elena Valdiviezo: “Adelantar la enseñanza en niños no es un asunto de simple opinión, son decisiones que, por su naturaleza,  competen a los profesionales de la educación”

“Esta norma no se basa en la pertinencia de los aprendizajes en relación con la edad, de acuerdo a la evolución neurológica de los niños y a sus capacidades de aprendizaje y comprensión. Adelantar y forzar a los niños de manera prematura a ciertos aprendizajes en momentos que no son oportunos, puede ocasionar frustraciones innecesarias, baja autoestima, falta de motivación para el aprendizaje con el consiguiente rechazo a la escuela en general. Por ello, la edad de la matrícula es un asunto que compete a los especialistas en temas psicólogos, neurólogos y educadores. Adelantar la enseñanza en niños no es un asunto de simple opinión, son decisiones que, por su naturaleza, competen a los profesionales de la educación. Tenemos la obligación de cuidar que nuestros niños obtengan el mejor rendimiento no sólo en comunicación y matemáticas que son importantes, sino también que desarrollen una actitud científica, así como valores sociales y morales para la vida solidaria en comunidad.  En este argumento  como en el anterior, la edad de desarrollo tiene que ver con la oportunidad de los aprendizajes, sostuvo. Los aspectos técnicos de esta ley deben ser definidos por especialistas del sector y no por personas de buena voluntad o congresistas o por grupos de interés que, en nombre del beneficio de los padres, determinan disposiciones que afectan negativamente a una gran mayoría de niños. No se puede anteponer argumentos económicos de ahorro familiar frente a las necesidades y capacidades de los niños, con presiones que atentan contra un sólido aprendizaje, que es  garantía de éxito en la vida personal y profesional, lo  que  significaría  un desperdicio o un gasto aún mayor a mediano y largo plazo por los fracasos escolares o en la universidad. No pueden primar los intereses económicos por encima del interés superior del niño que se proclama en todas las declaraciones nacionales e internacionales”. 


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