ÍNDICE
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OPINION
Haciendo visibles los emprendimientos sociales juvenilesEl Perú es un país de rostro joven. De hecho, los jóvenes formamos un grupo poblacional numeroso e importante. En el Perú somos más de ocho millones de jóvenes. Más de ocho millones de historias con gran potencial para generar cambios positivos en la forma en que -como Estado- enfrentamos los problemas que nos impiden avanzar hacia un real desarrollo. Hoy, en todo el Perú, existen numerosos casos de jóvenes que emprenden esfuerzos idóneos, innovadores y auto sostenibles para revertir problemas sociales. Experiencias exitosas que muy bien podrían -y deberían- convertirse en políticas públicas. Muchas de estas experiencias; sin embargo, permanecen invisibles, y/o no llegan a conseguir la real dimensión y alcance que podrían. Y es que, en la mayoría de casos, no se advierte la real magnitud de los efectos positivos que estos emprendimientos sociales tienen para el país. Estos emprendimientos, con las herramientas adecuadas, no sólo tienen el potencial de impactar de forma considerable en el PBI, sino que constituyen una fuerza invaluable en la construcción de capital social. Pues no sólo son escenarios en los que se trabaja por satisfacer necesidades no cubiertas y por generar oportunidades, sino que son escenarios en los que se construye una cultura de confianza y de ciudadanía responsable. Esta cultura emprendedora social juvenil, mejor organizada y articulada, podría ser un elemento fundamental para lograr los objetivos nacionales que permanecen pendientes. Estas historias extraordinarias de emprendimiento se repiten día a día en todo el país. Algunas más conocidas que otras. ¿Quién no conoce la historia de Vania Masías? Gracias a su arte, ímpetu y visión muchos jóvenes han podido desarrollarse y encontrar la oportunidad de vivir de su talento. Al mismo tiempo que transcurre la historia exitosa de Vania, transcurren muchas historias más. Richard Barrientos es un joven ayacuchano emprendedor quien, a través de su proyecto educativo innovador “Sairi”, ha logrado que muchos niños ayacuchanos en situación de precariedad extrema accedan a oportunidades de educación. Miriam Medina es otra joven cajamarquina emprendedora quien, a través de su proyecto productivo “Criando al Súper Cuy para Salir de la Pobreza”, ha generado herramientas importantes para que cientos de mujeres de su comunidad superen la pobreza en la que se encontraban inmersas. Estas tres historias son sólo una muestra representativa del impacto contundente que pueden alcanzar emprendimientos como estos, a pesar de las condiciones adversas en las que se incuban y desarrollan. Imaginemos, entonces, lo que se podría lograr si se contara con un marco institucional adecuado para la creación de este tipo de emprendimientos, y si es que las instituciones públicas asumieran un rol facilitador y articulador. Por lo tanto, la creación de un entorno favorable para el impulso de este tipo de emprendimientos debería ser una prioridad en la agenda de desarrollo del Perú. Patricia Barrios, fundadora del Voluntariado "Kúrame" y presidenta de la Asociación Iluyana |