ÍNDICE
![]() |
EXPERIENCIA
Áncash: una respuesta con ternura frente a la violenciaImagen: WVP. En
Áncash, como en muchas regiones del país, la violencia no son solo cifras: está
presente en los hogares, en las escuelas, en el desarrollo de niñas, niños y
adolescentes. Cuando la violencia se vuelve parte del entorno más cercano -a
veces normalizada, a veces silenciada- sus efectos van más allá de la agresión
o del insulto. Dejan huellas profundas en la salud mental y en el desarrollo
emocional. La
organización de desarrollo humanitario World Vision responde a esta situación
desde la restauración del vínculo humano a través de la ternura. Esta
iniciativa se ve reflejada en acciones concretas, como la reciente donación de
una cámara Gesell a la Unidad de Medicina Legal I Caraz, que permitirá atender
a personas, entre ellas niñas, niños y adolescentes sin revictimizarlos. Un
espacio protegido donde sus testimonios puedan ser escuchados con respeto, sin
exponerlos a nuevos traumas. “Es un
acceso oportuno a la justicia ya que muchas familias tenían que viajar horas
para acceder a esta herramienta… ahora tienen un lugar más cerca y acogedor”,
refiere una vecina de la zona. Además,
se ha firmado una alianza con la Dirección Regional de Salud de Áncash para que
el personal de los centros de salud comunitarios puedan ser capacitados en dos
prácticas restaurativas con enfoque de ternura: La voz de mi corazón, dirigida
a la niñez que ha vivido experiencias de violencia; y Bálsamo de ternura,
orientada a adultos cuidadores, como padres, madres, docentes o profesionales
de salud. Estas
prácticas no buscan solo aliviar el dolor, sino reconocerlo y transformarlo. La
voz de mi corazón utiliza el arte, el juego y la música como herramientas para
que las niñas y niños puedan resignificar su historia, expresar lo que les ha
pasado y reconstruir su confianza. Bálsamo de ternura, por su parte, invita a
los adultos a mirar su propia infancia, reconectar con las memorias de cuidado
y de adversidad, y desde ahí, recuperar la capacidad de acompañar con empatía. Para
Milagros Fernández, de la Dirección de Salud de Áncash, este asocio “va a
permitir que el personal realice sus intervenciones en lo que respecta a casos
de violencia haciendo uso de musicoterapia, de arte-terapia, con un trabajo
integrado que fortalezca las capacidades del personal del centro de salud”. La
región de Áncash no es ajena a la violencia extrema. Según el Programa Aurora
del Ministerio de la Mujer, solo en el primer trimestre del año, Áncash ocupa
el segundo lugar con incidencia de feminicidios. Detrás de cada víctima hay
también una red de afectos que se rompe: hijos e hijas que quedan marcados por
el miedo y la violencia. “Cuando
una niña deja de jugar, de dormir bien o de confiar en los adultos, no solo
estamos perdiendo una infancia: estamos dejando que la violencia defina su
vida”, enfatiza Guillermo Salcedo, coordinador de la macroregión norte de World
Vision. |