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OPINION
MOVILIZACIÓN CONTRA LA DESNUTRICIÓN Y LA ANEMIA INFANTIL: UNA CRUZADA NACIONALPor: Dra. Sarah María Vega Sánchez*
Ningún peruano puede, en uso de la plenitud de sus facultades
mentales, rechazar la evidencia de la vulnerabilidad que afecta al ser
humano en las etapas tempranas de su vida. Por consiguiente, tampoco es
posible eludir la responsabilidad de las instituciones estatales y de
la sociedad civil frente a resultados tan ominosos como la desnutrición
crónica y la anemia que continúa afectando de manera tan significativa a
nuestra niñez, de acuerdo a los últimos reportes de la encuesta ENDES.
Es de necesidad urgente tomar conciencia que ese 14,1% reportado
por la ENDES 2014, representa un total de 406 177 niños menores de 5
años con desnutrición crónica y, por tanto, con enanismo nutricional,
esto es talla baja para la edad, la punta del iceberg de los daños y
riesgos que padecen, incluídos los ocasionados a nivel cerebral, pues
estos niños ven afectadas sus potencialidades de desarrollo y las
oportunidades de calidad en su vida actual y futura. Múltiples estudios
prueban que, en general, los niños desnutridos crónicos difícilmente
podrán en su vida adulta superar el ingreso mínimo vital y satisfacer
sus necesidades básicas.
Analizar las cifras absolutas de cuántos niños menores de 5 años
padecen del flagelo de la desnutrición crónica, nos lleva a reflexiones
por demás preocupantes. Así, mientras en Tumbes hay un 9,1% de
desnutrición crónica infantil, que representa un total de 1 859 niños
menores de 5 años, en Huancavelica existe un 42%, que representa 28 457
niños, y en Puno un 19%, con 28 130 niños con desnutrición crónica.
Cuando hablamos de Tumbes y lo comparamos con Puno y Huancavelica
podríamos con facilismo recurrir a la explicación de que el Perú es un
país con una geografía muy compleja y que resultarían explicables estas
diferencias, porque Tumbes está en la costa y Huancavelica y Puno están
en pleno trapecio andino. Pero, ¿qué explicación plausible, qué
justificación, si puede caber alguna, existe para que en Lima, nuestra
capital, donde se concentran la mayor cantidad de recursos humanos en
salud y de la población económicamente activa, haya un 4,1%, que
represente nada menos que 30 978 niños menores de 5 años, de
desnutrición crónica infantil?
Pero algo muy grave y que atenta contra la salud de nuestros niños
es que la anemia, otro indicador importante de salud, no sólo no está
disminuyendo, sino está aumentando cuando se compara los resultados del
año 2013 con los últimos reportados para el 2014 por el propio INEI. En
el informe 2013, uno de cada 3 niños menores de 5 años padeció de anemia
-proporción bastante elevada- pero cuando focalizamos a los menores de 3
años, que es la etapa donde lograr el máximo desarrollo cerebral es de
importancia crucial y cuando la presencia de anemia daña más el
potencial cognitivo del ser humano, hubo 805 450 niños con anemia
(46,4%), mientras en el 2014 hubo 868 810 (50%) niños con anemia, esto
es un incremento de 63 360 niños menores de 3 años con este
padecimiento, que, por cierto, afecta a los niños de todos los niveles
socioeconómicos, aunque la evidencia muestra que los niños del quintil
más pobre tienen el doble de probabilidad de sufrir de anemia que los
del quintil más rico.
La anemia, en la gran mayoría de casos, se produce por déficit de
la ingesta de hierro y, por tanto, es una enfermedad completamente
prevenible. También lo es la desnutrición crónica. No podemos ni debemos
soslayar el reto de abatirlas, porque los niños deben ser lo primero,
más que en el mero discurso, en las acciones coordinadas y conjuntas que
surjan del compromiso de las autoridades locales, los alcaldes y
regidores, que pueden reconocer las caras de los niños y niñas de sus
localidades, para motivarse a impulsar políticas enérgicas y resultados
prontos, convirtiéndose en los líderes de la movilización nacional
contra la desnutrición y la anemia infantil, llamada a ser una gran
cruzada en la que participemos todos, comenzando por el gobierno
nacional, los ministerios, las autoridades regionales y locales, y todos
los grupos y organizaciones de la sociedad civil que trabajamos por la
salud y calidad de vida de las niñas y niños de nuestro país.
* Sarah María Vega Sánchez, doctora, pediatra, neonatóloga,
presidenta de la Sociedad Peruana de Pediatría, miembro del Grupo
Impulsor Inversión en la Infancia.
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