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OPINION
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Incluyendo a la infancia: ¿Qué hacer?

Todas las personas con un mínimo de sensibilidad hemos visto horrorizados y entristecidos en  informes de la TV nacional, dantescas escenas de niños raptados, cargando fusiles y recitando arengas alucinadas, que ni siquiera comprenden, llamando a la lucha armada y al terrorismo. Sirva esta barbaridad para hacernos pensar y presionar por una política integral que, de una vez por todas, ponga a  los niños y adolescentes en el centro de la política social.

No se trata solo de culpar al Estado, es imprescindible involucrar a las familias y comunidades rurales, pobres y dispersas, de las cuales estos niños han sido raptados, para comprometerse a trabajar por los niños primero.

Tenemos circunstancias favorables: los gobiernos locales cuentan con más recursos que nunca en su historia, provenientes del FONCOMUN (Fondo de Compensación Municipal), el canon energético y minero y los recursos ordinarios. La prioridad por los niños es uno de los pocos consensos nacionales, plasmado en el Acuerdo Nacional y en las Metas del Milenio. El Ministerio de Desarrollo e inclusión Social (MIDIS) cuenta con los recursos y equipos técnicos solventes para mejorar el diseño y la calidad del gasto social. La descentralización fortalece las atribuciones de los gobiernos sub-nacionales para implementar la política social, en especial la referida a los niños. En este escenario es imprescindible focalizar el gasto y el apoyo técnico para superar los problemas siguientes:

  1. Combate a la desnutrición crónica infantil (DCI), que alcanza al 21.6% de los menores de 5 años a nivel nacional, pero supera el 43% en los niños de la Sierra rural. Como lo demuestra el trabajo de Carlos Ricse , promovido por el Grupo de Impulsor Inversión en la Infancia, es posible lograr la DCI =0 en 2015 en las generaciones nacidas a partir el 2011. Para ello, el autor sugiere dos campos de acción: Reducir la desnutrición fetal mediante: a) Ampliar la cobertura del control pre-natal especialmente para las gestantes rurales y pobres. b) Ampliar los programas de complementación alimentaria para las gestantes con esfuerzos educativos y de información usando las radios locales y con adecuación cultural (uso de lenguas nativas y promotores comunales de salud) y distribución de canastas alimentarias del Programa Articulado Nutricional. Ello supone una reingeniería del PRONAA (Programa Nacional de Asistencia Alimentaria) que tantas debilidades ha demostrado en su ejecución. Reducir y eventualmente eliminar la DCI mediante: a) Mayor cobertura del control del crecimiento del niño sano: la ministra del MIDIS acaba de anunciar una novedosa estrategia de visitas domiciliarias en las zonas de mayor incidencia de la DCI a los hogares con los casos recurrente. b) Reforzar los programas de complementación alimentaria mejorando su eficiencia y adecuación cultural. C) Educación nutricional, incluyendo promoción de la lactancia materna y mejoras en higiene (lavado de manos con jabón) y en el uso de alimentos de alto valor nutricional y bajo costo. D) Saneamiento (agua limpia y desagüe) y mejoras en la vivienda (piso adecuado, cocinas con chimenea y segregación de animales domésticos de los lugares en que el niño usa para gatear y jugar. Todo ello requiere de actuar a nivel local y en forma multisectorial.

  2. Mejorar la calidad y cobertura de la educación inicial, que es la de menor cobertura en el país (52%) y menor al 34% entre los niños rurales. También la ministra del MIDIS acaba de anunciar que el nuevo programa Cuna Más incluirá acciones para el desarrollo cognitivo, clave a esas edades.

  3. Erradicación de la violencia y maltrato a la infancia. Esta triste realidad no cuenta con la data necesaria y es invisible. Los centros de salud deben reportar estos casos y las DEMUNAS (Defensorías Municipales del Niño y del Adolescente) y comisarías intervenir para erradicar este flagelo subterráneo del  que solo tenemos evidencias anecdóticas.

No podemos quedarnos en lugares comunes como que los niños son la esperanza del futuro o la base del capital humano con que contará el país. Los niños y adolescentes son una realidad actual y son el presente. Seamos capaces de mirar a los ojos a tanto pequeño en la calle, pidiendo limosna o vendiendo lápices, a tanta niña rural que con sonrisa tímida refleja su desamparo y vulnerabilidad. No hay sociedad libre y sana que no tenga a los niños y niñas en el centro de su sensibilidad y preocupación.

Carlos E. Aramburú, antropólogo, profesor de la Universidad Católica y miembro del Grupo Impulsor Inversión en la Infancia.

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