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ENTREVISTA
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Doctor Volnei Garrafa, especialista en bioética social

"Inversión en la infancia, pobreza, exclusión, equidad, son temas centrales de la bioética social"

Entrevista: Carlos Noriega


“El mundo tiene, con la tecnología que existe, la obligación de resolver problemas medievales, como el de la desnutrición”, señala Volnei Garrafa.

La bioética es una disciplina relativamente nueva, con una antigüedad de 40 años, que se inició para poner límites éticos en el campo del desarrollo científico y tecnológico. En los últimos años, la bioética ha trascendido el campo de la ciencia para ingresar al terreno social. Así nació la bioética social. El año 2005, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) aprobó la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. Volnei Garrafa, científico brasileño, ha sido uno de sus propulsores. Garrafa es profesor de la Universidad de Brasilia (Brasil), miembro del Comité Internacional de Bioética de UNESCO y presidente de la Red Latinoamericana de Bioética. Garrafa estuvo en Lima para participar en un simposio internacional sobre el tema de la ética en investigación con seres humanos y sus componentes sociales. En la siguiente entrevista, explica qué es la bioética social y su relación con temas como el desarrollo de la infancia, la exclusión social y la equidad.


¿Cuáles son los principios básicos de la bioética social?

Está lo que yo llamo las 4 P de una bioética responsable para el siglo 21: protección de los más vulnerables, prudencia frente a lo desconocido, precaución con nuevas investigaciones y prevención. Además, se puede trabajar temas como la ética de la responsabilidad individual y la ética de la responsabilidad pública del Estado. La bioética es la ética de la vida, y la vida humana es más que la vida biológica, es la vida social, ambiental, sanitaria.

¿Cómo se vincula la bioética social con la infancia?

La Declaración de la UNESCO sobre Bioética y Derechos Humanos tiene 14 puntos referentes a “principios”, entre los cuales existen artículos que tratan de la no discriminación y de la protección, el respeto a la dignidad humana, la solidaridad. Esta declaración se refiere a las mujeres y a los niños como personas vulnerables. En temas de investigaciones clínicas en el desarrollo del campo científico y tecnológico los niños tienen que ser protegidos. La temática social es parte de la vida humana, entonces es natural que sea parte de la agenda de la bioética. Los temas de la pobreza, la exclusión social, la equidad, de inversión en la infancia, son los temas centrales de la bioética social.

En lo que va del año, en el Perú han muerto más de 400 personas, más de la mitad de ellas niños menores de cinco años, a causa del frio. ¿Cómo interviene la bioética social frente a casos como éste?

El simple hecho que existan personas y familias que tienen condiciones económicas, sociales y educacionales que les hayan permitido superar el frio y otras personas que hayan sucumbido al frio, ya comprueba que hay una diferencia, una discriminación con personas que no tienen acceso a condiciones mínimas para sobrevivir. En este caso, hay una responsabilidad pública del Estado de proteger a los ciudadanos, que es una cuestión de derechos humanos. El caso de estas muertes en Perú se debe discutir bajo la óptica de la ética y de la responsabilidad pública del Estado, que tiene la obligación de proteger a las personas.

¿Este es un caso de discriminación social contemplado en la Declaración sobre Bioética y Derechos Humanos de UNESCO?

Sin duda, porque es una forma de discriminación, de estigmatización de esas personas, que no tienen acceso a condiciones mínimas para sobrevivir, y uno de los principios básicos de esta declaración de UNESCO es el tema de la equidad, que no es sinónimo de igualdad. La igualdad es el punto de llegada de la justicia social, mientras la equidad es solamente el punto de salida. Es decir, equidad significa tratar de manera diferente a personas que son diferentes. Las personas que necesitan más, tienen que ser más protegidas y más cuidadas por el Estado, y las que necesitan menos deben recibir menos cuidado. En la medida que la situación se va equilibrando con la equidad, se llega a la igualdad. Estos niños y estas familias que han muerto por el fenómeno del frio en este año eran familias y niños que viven en situaciones desiguales, sin ninguna equidad, entonces el Estado tiene la obligación de corregir esa situación, y también la sociedad.

¿Cómo observa la situación social en América Latina?

En América Latina hay pobreza, gente viviendo en el cuarto mundo, niños que se mueren por el frío, y también poblaciones viviendo en el primer mundo, con acceso a la mejor tecnología médica. Con mucha proximidad tenemos diferencias muy agudas. Por ejemplo, en Brasil todavía hay niños que se mueren de hambre y Brasil es el mayor constructor mundial de aviones de tamaño medio, tiene la mejor tecnología del mundo para explotar petróleo en aguas profundas. Y un país con tanta tecnología tiene que convivir con niños abandonados, con prostitución infantil, con altas tasas de mortalidad materna. Eso es inaceptable bajo el punto de vista de la ética social.

Aunque se mantiene una importante desigualdad social, en los últimos años Brasil se han logrado avances significativos en reducir la desnutrición crónica infantil, como es el caso del nordeste brasileño. ¿Cuáles han sido las políticas que han permitido estos avances?

Afortunadamente las cosas han mejorado en Brasil. Eso ha ocurrido básicamente por dos razones. La primera, por una decisión política del presidente Lula de dar en su gobierno atención a los sectores marginados del país; la segunda, por la adopción de mecanismos concretos para mejorar la renta de las personas, generar recursos para las familias más necesitadas.

¿Es posible eliminar la desnutrición crónica infantil?

Esa meta debe ser una obligación de los países. Hoy día la cantidad de alimentos en el mundo es más que suficiente para resolver el problema del hambre en el mundo. El problema no es de producción de alimentos, el problema es de distribución. Creo que con distribución de alimentos, distribución de renta, conjuntamente con la cuestión educativa, eso se puede resolver. El mundo tiene la obligación, con la tecnología que existe, de resolver problemas medievales, como el de la desnutrición.

¿Un país como el Perú, que ha tenido un importante crecimiento económico en los últimos años, tiene los recursos suficientes para bajar la desnutrición crónica infantil a cero?

Sí, para lograr eso hay que priorizar las cosas, y como los niños son el futuro del país tienen que ser la prioridad. A partir del momento del nacimiento, el Estado tiene una obligación con ese pequeño ciudadano. Nuestros países están teniendo buenos índices de desarrollo económico en los últimos años, entonces no deben poner esos recursos económicos para la seguridad nacional, comprar armas y esas cosas, sino para la vida de las personas. Hay una filosofía andina del buen vivir, según la cual más importante que los bienes producidos son los beneficio, la felicidad que esos bienes traen para las personas. Entre ellos, la alimentación es básica. El Perú ha mejorado, pero seguramente a los sectores sociales de Perú les hubiera gustado mejorar más. Yo acostumbro decir que a veces las cosas no mejoran sino desempeoran. Si hubiera una inversión social más fuerte, el Perú podría llegar a tener mejores niveles de desarrollo social. Este es un tema de decisión política y de tener una mejor distribución social de la renta y de más accesibilidad de los beneficios del desarrollo científico y tecnológico para todas las personas.

¿Cuáles son los desafíos de la bioética social en un continente como América Latina, que es la región del mundo donde hay mayor desigualdad social?

El principal desafío es que cada país tenga capacidad de organizar sus legislaciones, sus formas de control de las investigaciones, especialmente de las que lleguen de afuera. Tener sus propias reglamentaciones, por medio de un sistema nacional con control del Estado y con comités de ética de investigaciones en los hospitales y universidades. Eso es fundamental. Esos comités tienen que tener participación social…

¿La sociedad civil debe tener un rol protagónico en esos comités de ética social?

Nadie mejor que la sociedad civil organizada sabe lo que es bueno para ella. Es indispensable la participación de la sociedad civil en esos comités de ética para legitimar esas posiciones democráticas y ciudadanas. En América Latina se está avanzando muy bien en el campo académico de la bioética, pero se avanza lentamente en el campo jurídico y legislativo. Nuestros poderes legislativos son muy lentos, muy perezosos, y las legislaciones se dan con cinco, diez, veinte años de retraso. Se crean vacíos legales que son peligrosos…

¿Esos vacíos legales permiten, por ejemplo, que se utilice a niños en situación de pobreza para experimentos médicos, científicos?

Así es. No es que existan leyes que permitan o estimulen eso, pero la ausencia de leyes permite que cualquiera haga lo que quiera. No hay un control de esas cosas. Tiene que darse una legislación que sea rigurosa para la protección de los niños, de las personas en general, principalmente aquellas socialmente vulnerables.

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