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ENTREVISTA
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Carlos Ricse, autor del estudio “Desnutrición crónica infantil cero en el año 2016: Una meta alcanzable”

“Sí es posible alcanzar la meta de desnutrición crónica infantil cero en el año 2016”

Entrevista: Carlos Noriega


"Desnutrición infantil cero es un compromiso de todos, si no lo entendemos así, no podremos conseguir ese objetivo", dice Carlos Ricse..
Carlos Ricse, especialista en gestión pública y autor del informe “Desnutrición crónica infantil cero en el año 2016: Una meta alcanzable”, recientemente presentado por el Grupo Impulsor Inversión en la Infancia, dialogó con este Blog de Noticias sobre las conclusiones de este informe. La situación de la desnutrición crónica infantil en el Perú, las brechas que existen entre distintas zonas del país, la posibilidad de alcanzar el objetivo de erradicar la desnutrición infantil pare la año 2016 y cuáles son los principales retos para lograr esa meta, son algunos de los temas analizados por Carlos Ricse en esta entrevista.


El estudio “Desnutrición crónica infantil cero en el año 2016: Una meta alcanzable” y el Infobarómetro de la Primera Infancia, dan dos cifras sobre desnutrición infantil  a nivel nacional: 19,5 por ciento y 15,2 por ciento, la primera según la Organización Mundial de la salud (OMS) y la segunda de acuerdo al patrón de medición NCHS.
¿Cuál es la diferencia entre una medición y otra?


En este momento estamos usando dos patrones de medición porque estamos viviendo una transición entre un patrón de medición y otro. Hasta ahora el patrón más usado por las instancias oficiales peruanas ha sido el NCHS, que es del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, pero el patrón más cercano a la realidad es el de la OMS, que seguramente es el único que vamos a usar en los próximos años. Ambos patrones de medición toman el peso y la talla del niño según su edad para sacar el grado de normalidad de crecimiento del niño y su estado nutricional. La diferencia es que el patrón NCHS está basado exclusivamente en las características étnicas de la población de Estados Unidos, mientras el de la OMS ha tomado a niños de diferentes regiones. Por eso el patrón de la OMS es el más cercano a nuestra realidad y el más fidedigno para medir la desnutrición infantil en el Perú.  La diferencia de cuatro puntos porcentuales entre un patrón y otro significa que si seguimos usando el patrón NCHS vamos a tener a niños supuestamente normales cuando realmente están desnutridos. Ese es el gran problema que tendría seguir usando el patrón NCHS.

Este 19,5 por ciento de desnutrición infantil son más de 570 mil niños con desnutrición. Y aunque ese promedio nacional de desnutrición infantil es alto, oculta realidades bastante más graves en muchas zonas del país. ¿Cuáles son las principales conclusiones de este estudio acerca del nivel de desnutrición infantil en el país, las brechas que existen y qué hacer para erradicar la desnutrición infantil?


Este informe tiene dos partes principales. Una parte que da cuenta de cifras: lo que hemos hecho es compilar los resultados de las cifras oficiales del Estado, que están incluidas en el Infobarómetro de la primera Infancia. Presentamos los niveles de desnutrición a nivel nacional, por regiones, provincias, distritos, por quintiles de pobreza, por zonas urbana y rural, y damos cuenta de cómo han ido evolucionando estas cifras en los últimos años. En la segunda parte del estudio hemos hecho un análisis para ver qué cosa deberíamos hacer para poder bajar la desnutrición crónica infantil y llegar a una meta de aproximarnos a desnutrición cero. El estudio concluye que sí es posible alcanzar la meta de desnutrición crónica infantil cero en el año 2016. Tenemos las condiciones para erradicar la desnutrición infantil. Pero el que esta meta sea posible de alcanzar, no necesariamente significa que lo vayamos a conseguir.

¿Y qué hay que hacer para alcanzar la meta de erradicar la desnutrición infantil?


Creo que hay voluntad política para alcanzar esta meta y hay recursos económicos para atender las demandas de financiamiento para esta tarea. Lo que nos está faltando es un cambio cualitativo para hacer que eso que es potencialmente alcanzable, realmente se concrete.

¿Cuál es ese salto cualitativo que falta para acelerar el descenso de la desnutrición infantil y lograr la meta de desnutrición cero en el 2016?


Lo primero es consolidar lo que hemos ganado en esta etapa del año 2007 hasta el año 2011 en la que la desnutrición comenzó a descender después de algo más de una década de estancamiento. En esta etapa hemos reconocido todos que la desnutrición es un problema multidimensional. En los años de estancamiento de la desnutrición infantil se apostó mucho por los proyectos alimentarios y no se mejoró la nutrición.  En los últimos años un gran cambio ha sido, además de seguir apostando por darle recursos a los programas asociados a la nutrición, entender qué otros factores están detrás de la desnutrición y eso es lo que hemos atacado. Hay que consolidar eso. Decía que hay voluntad política y recursos económicos, lo que nos hace falta para avanzando con mayor velocidad en la disminución de la desnutrición crónica infantil es reconocer que esas intervenciones están hechas por diferentes entidades del Estado. El desafío está en la articulación del trabajo de las diferentes entidades, públicas, privadas, de la sociedad civil, de la ciudadanía en general. Como decía Javier Iguíñiz en su intervención durante la presentación de este estudio, esto parte por reconocer que la desnutrición infantil es un problema complejo que se inicia en la familia, en las relaciones sociales. Siendo la desnutrición un problema multidimensional, el desafío en los próximos años está alrededor de qué hacemos para que efectivamente estos actores puedan articular su voluntad, su trabajo, su motivación, para que las causas de la desnutrición infantil se resuelvan.

¿Con los recursos económicos que existen es suficiente para erradicar la desnutrición infantil en cinco años?

Existen los recursos para hacerlo. Ciertamente hay algunos problemas para poder disponer de esos recursos, pero plata hay. Haciendo un análisis, el estudio dice que necesitaríamos como el 50 por ciento más de la plata que en este momento disponemos para reducir la desnutrición infantil a cerca de cero. Si esto lo dividimos entre cinco años, necesitaríamos aumentar en 10 por ciento por año los recursos para enfrentar la desnutrición infantil, y si revisamos cuánto ha aumentado el presupuesto del Programa Articulado Nutricional en los últimos años, vemos que ha sido entre 15 y 30 por ciento al año. Por eso decimos que recursos económicos no es el problema. Lo que necesitamos es  mejorar la gestión, la articulación.

¿Cómo enfrentar este desafío de la articulación?

Lo que tenemos que hacer es encontrar los espacios de articulación, especialmente con mucha participación de los gobiernos locales. El papel de los gobiernos locales es fundamental, porque los diferentes factores de la desnutrición, que ya están estudiados, se comportan de distinta manera en centros poblados, en caseríos, en zonas urbanas, en zonas rurales. El reto es identificar a cada niño con desnutrición. Estamos en la capacidad de poder identificar niño por niño y saber las causas de su desnutrición, y que el alcalde, el gobierno regional, el programa Juntos, todos los actores, puedan poner los recursos, que no son escasos, para atender a esos niños.

¿Pero cómo lograr esa articulación y que los alcaldes asuman el liderazgo que usted señala?

Sobre la articulación y el rol de los alcaldes, el estudio propone darles asistencia técnica a los alcaldes, empoderarlos, acompañarlos para que sean el elemento que convoque y aglutine en la planificación.  La municipalidad tiene la responsabilidad por el registro único de beneficiarios de todos los programas sociales, tiene también la responsabilidad de administrar el padrón general de hogares, es decir de todas las familias que viven ahí, y además puede tener una calificación socioeconómica de esos hogares. Necesitamos empoderar a los alcaldes y acompañarlos para que convoquen a todos los actores que intervienen en el tema de la desnutrición infantil. Planifiquemos todos juntos las intervenciones niño por niño, rostro por rostro. Y después, trimestralmente, se debe convocar nuevamente a estos actores, y otra vez, familia por familia, niño por niño, verificar cuánto hemos avanzado y si no lo hemos hecho ver por qué razones no hemos avanzado si plata no falta.

¿Cuál debe ser la instancia responsable de este empoderamiento a los alcaldes y de promover esta articulación?

En el nivel nacional esa responsabilidad es del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS). Como cualquier ministerio, y este con mayor razón por ser más joven, seguramente va a tener algunas dificultades para acompañar hasta el último de los alcaldes. Si bien este tema debe estar orientado y dirigido por el MIDIS, necesitamos de una colaboración conjunta para acompañar a los gobiernos regionales, a los alcaldes, que son las que van a desarrollar este trabajo de director de orquesta en esta articulación, y para hacer ese trabajo de director de orquesta los alcaldes tienen que ser empoderados.

Alcaldes y presidentes regionales, como el presidente de la Asamblea de Presidentes Regionales y presidente de la región San Martín, César Villanueva, se han quejado de que las regiones y los municipios muchas veces tienen recursos económicos y voluntad política para invertir en reducir la desnutrición infantil, pero las normas legales se lo impiden. ¿Cómo corregir este absurdo?

Estas reglas han tenido su razón de ser en algún instante. Se dice: ¿Cómo es posible que se considere a la nutrición como gasto corriente si es una inversión en las personas? Se señala que la inversión en reducir la desnutrición infantil debería ser considerada como proyecto de inversión y no como gasto corriente, pero eso la norma no lo permite. Eso está sustentado en tener control del gasto. Esto del gato corriente viene muchas veces de la propia Constitución. Pero se debe poner siempre al ciudadano por delante. Necesitamos identificar esos problemas administrativos, jurídicos, y darle la solución que corresponda para derogar una directiva, una ley, un decreto supremo. Hay que ver caso por caso, y ahí vamos a tener que tener la colaboración del Poder Legislativo.

Los datos de este estudio revelan grandes diferencias a nivel nacional. Hay distritos, como Omacha, en Cusco, donde el 80 por ciento de los niños tienen desnutrición, y otros, como San Isidro, en Lima, donde la desnutrición es del 1 por ciento. ¿Cómo empezar a cerrar las brechas que existen?


El estudio refleja que se mantiene una tendencia de inequidad.  Esto hace muy vigente el tema de la inclusión social. Es entre los niños que viven en las zonas rurales más dispersas, que pertenecen a grupos indígenas, que ocupan el quintil más pobre de la población, es decir, que tienen todas aquellas variables que significan postergación y exclusión, donde están concentrados los mayores valores de desnutrición. Hay zonas del país, como el distrito de Omacha que usted menciona, donde la desnutrición infantil es tres o cuatro veces más que el promedio nacional. En el afán de ponernos metas, debemos dejar de utilizar promedios, porque si nosotros nos concentramos en las zonas urbanas, que son el 80 por ciento del país, los promedios de desnutrición infantil van a bajar, pero las brechas se van a mantener o van a aumentar. Vamos a seguir excluyendo. Debemos concentrarnos en disminuir la desnutrición infantil en las zonas más excluidas, más pobres, que son las poblaciones rurales, indígenas, donde están las madres que solamente tienen educación primaria o son analfabetas. La prioridad tiene que ser cerrar las brechas que existen. Ese debería ser nuestro parámetro para medir cómo estamos progresando. Cuando decimos que hay que poner énfasis a las zonas rurales más pobres, ciertamente no significa abandonar a las zonas urbanas donde también hay niños con desnutrición.

¿Cómo ve el anuncio del gobierno de que la meta de disminución de la desnutrición crónica infantil al 2016 es 10 por ciento y ya no su erradicación?

Doy mi percepción de las cosas, aunque creo que son las autoridades del Ministerio de Desarrollo e Inclusión las que pueden responder con más precisión esta pregunta. Hay que tener en cuenta que el presidente Humala no quiso poner valores de niveles de desnutrición infantil, basados en el principio moral de que dar una cifra de cinco por ciento, diez por ciento de niños con desnutrición como meta, sería aceptar que van a haber 200 mil, 300 mil niños que van a ser desnutridos. Estamos reduciendo la desnutrición infantil con una determinada tendencia  que si continúa en los próximos años, entonces vamos a alcanzar esa meta de 10 por ciento de desnutrición infantil para el año 2016. Creo que lo que se busca es tener anuncios que sean gobernables y no anunciar que si no se alcanzan puede ser un bumerán. Creo que todos estamos comprometidos con erradicar la desnutrición infantil, pero a veces necesitamos ser un poco cautos al momento de plantear una meta.

¿Pero ratificar que la meta es desnutrición infantil cero, y no 10 por ciento como se dice ahora, no ayudaría a impulsar las cosas para que esa meta se cumpla?

El dar cualquier valor como meta puede ser contraproducente si no lo alcanzamos. Si ponemos 10 por ciento, puede, efectivamente, ser contraproducente porque nos podemos relajar. El mensaje que tenemos que poner por delante es que el compromiso de todos es erradicar la desnutrición infantil. No podemos avanzar con la reducción de la desnutrición infantil si es que no hay un compromiso de todos. Si bien el Estado administra los recursos que todos ponemos, si no participa la sociedad civil, no podemos avanzar. A veces pensamos que las autoridades son los únicos responsables de que no se alcance una meta. Pero desnutrición infantil cero es un compromiso de todos, si no lo entendemos así, no podremos conseguir ese objetivo.

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